En octubre del 2013, cuando Hans-Peter Knudsen Quevedo, rector de la Universidad del Rosario y el ex presidente Andrés Pastrana, entre otros colegiales, aprobaron darle la Cruz de Calatrava, Juan Manuel Santos aceptó la distinción con cierto resquemor. La cruz le cambiaría la vida. Jamás podría levantarse después de las seis de la mañana, lo primero que tenía que hacer, antes de cualquier cosa, es rezar el rosario, al igual que antes de acostarse. Nunca podría visitar tabernas o lugares de mala reputación. La privación más grave para el presidente podría ser la de restringirse de los juegos de azar. Santos es un confeso amante del Póker y con la cruz encima jamás podría tocar una carta. Además tenía que salir de la mesa de billar que había dejado su antecesor en la Casa de Nariño, Álvaro Uribe Vélez
La Universidad del Rosario siempre había sido su casa. Su abuelo, el periodista Enrique Santos Montejo, célebre por su sobrenombre de Calibán, con el que firmaba sus encendidas columnas en El Tiempo, estudió en la Universidad. Su papá, Enrique Santos Castillo, editor durante veinte años de El Tiempo, también recibió el título profesional en El Rosario. Por eso, para la Universidad, era casi una obviedad darle la Cruz. Esta distinción fue la primera que recibió del catolicismo. A finales del 2016 el Papa Francisco le entregó La lámpara de la paz, conocido como el Nobel Católico, un premio que fue creado por Juan Pablo II en 1986 para reconocer la labor de las personas que trabajan en honor al legado de Francisco de Asís que pedía difundir sobre la Tierra la misión de trabajar por la justicia y la paz, el perdón, la vida y el amor.
Las distinciones católicas no le han impedido a Juan Manuel Santos intensificar sus contactos con pastores evangélicos o nombrar, en puestos claves de su presidencia, a cristianos pura sangre. Rodrigo Rivera fue gerente de su campaña presidencial del 2010. Es uno de los más asiduos fieles a la iglesia “Avivamiento” y, desde el 2009, tiene un grupo de Facebook que se llama “Cristianos con Rodrigo Rivera”. En la campaña presidencial del 2010 Rivera fue uno de los que más fustigó a su rival, Antanas Mockus, por su posición agnóstica. La táctica funcionó en un país religioso como Colombia. Una de las razones por las que se desinfló la Ola verde fue precisamente por la ambigua posición religiosa de su máximo líder.
Durante la campaña presidencial del 2014 Rodrigo Rivera presentó al candidato presidente Juan Manuel Santos en la Misión Carismática en Bogotá, ante cientos de fieles presentó de esta manera a Santos:
“Me siento muy orgulloso de poder presentarles a un amigo temeroso de Dios. A un hombre de familia, que con su esposa y sus hijos, nos da testimonio de que ha sabido gobernar su casa y que también sabrá entonces gobernar bien a este país, si Dios nos bendice con la posibilidad de elegirlo como Presidente de Colombia en esta elección presidencial. Es un placer presentarle al Avivamiento, a mi amigo – y espero que Dios lo quiera así – al próximo Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos”
A mediados del 2017 Juan Manuel Santos nombró a su viejo amigo Rodrigo Rivera como nuevo comisionado de paz. Lo primero que hizo Rivera fue el de trinar este mensaje:
Entre los católicos no ha caído bien la cercanía de Santos a iglesias cristianas. A principios de febrero, durante el Consejo Mundial de Iglesias, Juan Manuel Santos desató la polémica cuando afirmó que en su criterio la Biblia servía más para gobernar que la propia Constitución: “Hay una constitución mucho más poderosa, mucho más rica y mucho más inspiradora. Es la Biblia, lo que dice la biblia, si cualquier gobernante se guía por ella, hará un buen gobierno, le entregará a su sucesor un mejor país y ese ha sido también una fuente de permanente inspiración, en mi caso”.
Las lluvias arreciaron. Igual, a pesar de sus coqueteos con los cristianos, Juan Manuel Santos sigue siendo un católico activo. Pertenece al selecto grupo de 15 colegiales del Rosario que entregan la cruz de Calatrava cada año. En el fondo saben que sólo es política y que el Presidente, para evitar polémicas, no se confirma ni de un lado ni de otro. El tan solo afirma que es un hombre de Dios.