La otra lucha que falta

La otra lucha que falta

Ya identificados los actores negativos que impiden el cambio y la transformación social, viene la hora de protestar efectivamente contra ellos

Por: Omar Eduardo Plata Tobacia
noviembre 22, 2019
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La otra lucha que falta
Foto: Las2orillas

Quiero presentar una felicitación a las personas que salieron a marchar y que apoyaron el paro del día de ayer, 21 de noviembre de 2019. Son el fiel reflejo de una parte de la sociedad que quiere dejar su pasividad y formar parte activa de un cambio. Demostraron que hay una parte importante dentro de la sociedad colombiana que quiere dejar la indiferencia y la displicencia, que se quiere poner la diez a la hora de la toma de decisiones políticas y colectivas y que está cansada de ser aislada por una minoría que se ha apropiado de las decisiones políticas del país, que tiene cero autocrítica y que es experta en el manejo de imagen y sobretodo en echarle la culpa a otros (el Foro de Sao Paulo, Venezuela, la economía externa, el comunismo, la inseguridad, etc.).

No obstante, esta felicitación va de la mano con una advertencia, ya que dentro de la misma sociedad hay actores que están en contra de estas transformaciones en la mentalidad; que no ven con muy buenos ojos esos cambios sociales, y que harán todo lo posible para impedirlo usando las vías de derecho o de hecho, según el caso. He ahí el asunto espinoso, ya que primero se deben identificar esos actores, esas personas, gremios o agrupaciones que no quieren ver cambios en esta sociedad, ya sea porque se han lucrado con el statu quo o simplemente odian a la sociedad y solo quieren verla arder. Y estos actores están dentro de la sociedad y fuera de ella. Desde los vándalos que extasiados por el licor y las drogas ven las manifestaciones como zonas de tolerancia donde pueden hacer lo que se les venga en gana, hasta los policías que creen que tienen licencia para matar, destruir y usar la violencia sin ningún límite. La sociedad en general debe identificar esos actores y con la ayuda del poder judicial, hacer caer sobre cada uno de ellos todo el imperio de la ley, para que las personas no caigan en la zozobra y en la nefasta idea de creer que existe impunidad y con ello vean un aliento a hacer ellos lo mismo.

Ahora, hay actores que se han hecho pasar de forma hipócrita como “amigos” de la sociedad y nunca lo han sido. Esos que usan las cámaras para mostrar un hecho, pero al mismo tiempo ocultan otro. Aquellos que por años se han lucrado de la ignorancia y desinformación de la gente con el fin de llevarla a creer, hacer y pensar lo que ellos quieren. Esos actores que con una mano reciben la coima de las organizaciones y empresas que publicitan con ellos y en las noticias del mediodía le ocultan a la gente que esas empresas están haciendo lobby en el Congreso y en los municipios con el fin de apoyar su agenda, como reducirle los impuestos y aranceles para importar, obtener licencias, ganar contratos, etc. Estoy hablando, por supuesto de los medios de comunicación. En especial de los medios televisivos, que en Colombia ya sabemos quiénes son y tienen nombre propio: Caracol y RCN.

Estos actores han desinformado a la población por años, han recurrido a mostrar en sus noticieros verdades sesgadas, parciales y sin criterio para manipular la opinión pública; mediante un frenesí consumista y distractor, mantienen a la población en perpetuo letargo, con el fin que no ataque o contradiga la agenda corporativa y comercial de las innumerables empresas que publicitan con ellos, a las que jamás atacan ni controvierten en sus noticieros y a las que nunca mencionan sino para adularlas y mostrarlas como benefactoras de una sociedad a la que ellos no conocen , ni conocerán.

Es muy buena la manifestación, pero en un mundo globalizado y amplio, las formas inteligentes de manifestarse son más productivas —y hasta más saludables— que el tumulto y el caos. Entonces, ya identificados los actores negativos y que impiden el cambio y la transformación social, viene la protesta efectiva contra ellos. Y en caso de los medios de comunicación anteriormente expresados, la mejor forma de protestar contra ellos es simple: cambie el canal.

Lo mismo pasa con los bancos que son usureros y cobran intereses de más, o que licitan obras que luego incumplen; las cadenas de almacenes que tienen políticas violatorias de los derechos laborales, las empresas que prestan servicios públicos y privados a altos costos y con un servicio al cliente ruin y nefasto: no les compren, no adquieran servicios de ellos. Seamos inteligentes y a su vez sintonicemos la lucha por la transformación social y el cambio con nuestra vida personal.

Estas empresas y medios de desinformación no vivirán mucho tiempo si nadie consume sus productos y servicios. El día que ellas mueran nacerá un nuevo país que dejará de ser lo que ellas representan y defienden: desigual, mediocre y retrógrado.

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