“En la edición de julio de 1845 del Democratic Review, el editor y asistente del presidente James Polk, John Sullivan, inventa la idea y el nombre de “Destino manifiesto” que se hará viral entre aquellos que buscan una justificación superior a las excusas de su presidente para ir a la guerra con un país que no quiere…Destino manifiesto carga el gran experimento de la libertad y debe extenderse por toda la tierra que la providencia nos ha entregado.”[1]A nombre de esas doctrinas, Estados Unidos liquidó a los pueblos indígenas que habitaban en Norteamérica; mantuvo la esclavización de negros y tras la abolición de la esclavitud ‒mediante una cruenta guerra civil‒- conservó la discriminación y racismo. James Monroe en 1823 plantea: «América para los americanos», doctrina esbozada por John Q. Adams, señala que no se permitirá ningún colonialismo o restauración monárquica por parte de Europa. Más no hay que olvidar la intervención de Inglaterra en las Islas Malvinas cuando los Estados Unidos apoyaran a Inglaterra (1982).
Durante buena parte del Siglo XIX, el vecino del norte anexó la Florida, luego Texas y, después otro pedazo de México. Invadió y ocupó países en los que permaneció durante años (Haití, República Dominicana, Nicaragua). En 1898, con la Guerra Hispano-estadounidense, la misteriosa explosión del acorazado Maine llevó a que el Tío Sam interviniera y pacificara las islas de Puerto Rico, Filipinas, Guan y Cuba. Los patriotas cubanos que luchaban contra España se desconcertaron, pues había sido real el ascenso de los Estados Unidos.
Juan Manuel Marroquín, firmó el Tratado Hay-Herrán, 1903, por medio del cual cedía una zona de cinco kilómetros, a ambos lados, de lo que sería el canal de Panamá. Pero el Congreso colombiano no estuvo de acuerdo, pues consideró que eso afectaba la soberanía nacional. Roosevelt enfureció y contratacó con una revuelta que provocó la secesión armada de la provincia. El 3 de noviembre de 1903, un grupo de rebeldes capturó las ciudades de Panamá y Colón, mientras los mariners, desplegados por Roosevelt, garantizaron él éxito de la revuelta bloqueando al ejército colombiano. De esta manera, Panamá dejó de ser parte de Colombia. Y, la nación desmembrada no rompió relaciones con el Tío Sam. Claro que no faltó el “sincero pesar” de los Estados Unidos a Colombia y, como premio de consolación, en 1914, dio 25 millones de dólares al gobierno colombiano…
Estados Unidos destruye gobiernos democráticos con el cuento del anticomunismo. Creó la Escuela de las Américas para formar militares. Richard Nixon manifestó, ante el Consejo de Seguridad, 6 de noviembre de 1970: “Nunca estaré de acuerdo con la política de quitarle poder a los militares. Ellos son centros de poder sujetos a nuestra influencia. Los otros, los intelectuales, no están sujetos a nuestra influencia.” La nación del norte defiende la libertad, la democracia y endeuda a los países. Inventó la “guerra contra las drogas” en 1971, que en su camino deja miles de muertos, mientras que Estados Unidos controla para su beneficio y con enormes ganancias el negocio de la producción y tráfico de estupefacientes. La CIA inundó las calles de ciudades de Estados Unidos con crack (bazuco) para subyugar a lo población más pobre, entre ella a los afroamericanos. Y en tiempos recientes (14 de septiembre de 2020) declaró Donald Trumph -National Archive Museum-: “La teoría crítica de la raza…y la cruzada contra la historia estadounidense son propaganda tóxica… Enseñar esta horrible doctrina a nuestros hijos es una forma de abuso infantil, en el verdadero sentido de la palabra… Por eso es urgente que restauremos la educación patriótica en nuestras escuelas y universidades.”
[1] Majfud Jorge. La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina. Baile del Sol Ediciones. 2021. Pág. 95.