A menudo, en Colombia, escuchamos que la minería es el némesis del medio ambiente, el enemigo mortal del ser humano y el pandemónium de la sociedad moderna. Aunque no puede desvirtuarse la presencia de ciertas desventajas inherentes a la práctica de extracción de minerales, debemos hacer una síntesis de la información que a diario recibimos de los medios masivos de comunicación (también de algunos alternativos), y enterarnos de otra realidad que hay detrás de una de las labores más peligrosas sobre la tierra, de la que devengan sustento infinidad de personas y que ha sido uno de los pilares del desarrollo de la nación.
Una de las regiones de mayor producción auroangentífera (oro y plata) en Colombia es el Alto Nordeste Antioqueño, Segovia y Remedios. Sobre estos municipios históricamente, en gran porcentaje, ha recaído la responsabilidad de aportar al desarrollo departamental y nacional con el esfuerzo de hombres y mujeres de indescriptible valor, de constancia inquebrantable y de gran resistencia frente a los embates de la violencia, de la injusticia y de la inequidad que siempre han hecho presencia en las zonas dedicadas a la minería. Esta misma región hoy está teniendo la oportunidad de ver que si se puede avanzar hacia las metas del milenio poniendo en diálogo permanente una labor estigmatizada por muchos, con la voluntad de desarrollo enfocado al estado ideal de la sociedad.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las condiciones de pobreza extrema han disminuido considerablemente desde el año 2000 cuando se plantearon los objetivos del milenio. Esto se refleja en gran manera en la región del alto Nordeste Antioqueño gracias al Grupo Empresarial DAMASA, organización dedicada a la explotación minera en varias operaciones que a la fecha genera más de 2.600 empleos directos, lo que la convierte en la mayor generadora de empleo de la región. Sin embargo, lo extraordinario no radica en el número de empleados sino en la calidad de vida que tienen los mismos: salarios verdaderamente dignos, seguimiento riguroso de la normativa en seguridad social, reconocimientos y beneficios adicionales tanto a nivel individual como grupal que hacen sentir a sus empleados parte de una familia.
Ahora bien, más allá del privilegio del que gozan los empleados directos e indirectos de la organización, en igual o mayor escala de valor, están las acciones emprendidas, en nombre de una Responsabilidad Social bien pensada, hacia el beneficio de la sociedad: apoyo a la educación a través del apadrinamiento de una escuela veredal en su área de influencia, aportes considerables a la salud, al deporte, a la cultura, a grupos diferenciados con un especial interés por la niñez de la región, a grupos comunitarios y en general, participando en todos los espacios pertinentes a su inclusión como actor fundamental en el desarrollo local.
El grupo empresarial adelanta hoy en la región ambiciosos proyectos que son únicos y que antes de su llegada difícilmente habrían llegado a ser parte de los objetivos de otras empresas y mucho menos de particulares que no se han preocupado por avanzar en aspectos diferentes a la explotación de minerales, orientados al desarrollo de la región con un enfoque de diversificación de la economía.
Más de 110.000 plantas de cacao se encuentran creciendo ya en semilleros y 100 hectáreas están siendo acondicionadas para recibirlas en los próximos meses. Esto se traduce en más empleos directos e indirectos, en más bienestar para la región y en la incursión a un nuevo renglón de la economía, al menos a esta escala, hasta ahora impensable. Valga la aclaración que esta extensión a sembrar y la cantidad de árboles, son la primera etapa de un proyecto pensado para ser quintuplicado por decir lo menos.
Preocupado por el impacto medioambiental en la región, el Grupo Empresarial le apuesta también al cultivo de especies maderables al tiempo que hace un riguroso seguimiento y control a la tala de árboles en su zona de influencia, así como es altamente respetuoso de las fuentes hídricas y, muy importante, no permite la explotación minera fuera de las zonas destinadas para ello con toda la severidad legislativa disponible desde las políticas internas hasta la normatividad nacional.
Con estas condiciones atípicas para la generalidad de las empresas mineras de esta región, ya no debe sorprender que el Grupo Empresarial, conocedor de la importancia que tiene la polinización como proceso vital para la producción de alimentos a nivel mundial y de la amenaza latente de los mayores polinizadores, las abejas, esté incursionando también en esta área, disponiendo de los recursos y los espacios adecuados para un amplio proyecto de apicultura que inicia con el cultivo de alrededor de 1.500.000 individuos.
Está de moda el término “minería bien hecha”, al igual que la estigmatización hacia las prácticas mineras y a los mineros en particular. Cada quien elevará sus quejas, inconformidades o aplausos, de acuerdo a su propio contexto, pero deben tener en cuenta que no tienen por qué reñir los dos conceptos, que es posible el desarrollo local a partir de la explotación de los minerales y que las regiones que no han conocido otras opciones entiendan que siempre va a ser una opción la diversificación de la economía y la protección al medio ambiente como actores que construyen desarrollo y que construyen paz.