Hace apenas uno días estaba conversando en una clase virtual con una estudiante que se encuentra viviendo en Italia y nos compartía acerca del confinamiento y aislamiento en el que se encuentran, al día de hoy según la BBC, se han registrado 4.732 muertes por el virus; en medio de la conversación mencionaba las tres semanas de aislamiento y las estrategias que allí han usado con el fin de mitigar los efectos del encierro, en particular me llamaba la atención el hecho de la solidaridad, las conversaciones de los vecinos por sus balcones y la posibilidad de intercambiar actividades para desarrollar con sus niños en casa como alternativa a los videojuegos y la televisión.
Hoy, días después me encuentro en mi casa (#QuedateEnCasa) en la ciudad de Bogotá, en el mismo proceso de aislamiento, aunque con la denominación de preventivo, dado que en Colombia se han confirmado hasta el momento un poco más de 140 casos según el Ministerio de Salud.
Este proceso, en particular en nuestros contexto, ha suscitado una resistencia por parte de algunos ciudadanos nacionales y extranjeros, argumentando la libertad a la libre circulación y movilidad, pero también una serie de apoyos y sensibilización por parte de la gran mayoría de los ciudadanos (incluyéndome entre estos últimos), quienes a través de sus redes sociales han procurado movilizar el mensaje sobre la importancia de quedarse en casa, por convicción propia y por el cuidado colectivo y personal. Sin duda alguna, estas medidas, aunque parezcan extremas, son necesarias para frenar la velocidad de contagio en nuestro país (que se encuentra por encima de la media del mundo diariamente) y salvaguardar la vida en particular de nuestros mayores y nuestros niños.
En medio de este panorama es llamativo de igual forma la evidente ineficacia del gobierno nacional encabezado por Iván Duque Márquez, quien a respondido de manera tardía ante el desafío actual, por la injerencia directa en cuanto la defensa de los intereses de privados y de sectores empresariales del país que piden no se paralice nuestra economía, quizá a causa de más contagio y mayor riesgo de muertes por causa del virus, situación bastante deplorable y reprochable desde cualquier punto de vista.
Sumado a lo anterior, se encuentra la evidente necesidad, por parte del gobierno nacional, de figurar en los medios de comunicación con la intención, inclusive, de procurar una muestra de poder total sobre las decisiones que los mandatarios locales han venido tomando como medida de protección de sus poblaciones, como los casos particularmente de Bogotá, Cundinamarca y Boyacá, quienes han dado una lección de liderazgo, verdadera coordinación y preocupación sincera y legitima por las afectaciones en la salud de los habitantes de sus territorio, en contravía de los intereses privados y del capital.
En medio de tantas circunstancias y preocupaciones, el reto ahora es la ocupación del tiempo en casa, ante la imposibilidad de salir a las calles (exceptuando algunos casos), algunos han optado por el trabajo en casa, el cuidado de sus hijos, tiempo de lectura, series y películas, e incluso seguir obras de teatro y conciertos vía streaming en tiempo real, como el que dio el maestro Fito Páez la noche de hoy (20 de marzo) a través de sus canales oficiales.
Sin embargo, quiero manifestar que además de la creatividad que implica la ocupación del tiempo por estos días de aislamiento, es necesario no dejar perder las discusiones y los debates que a nivel nacional nos han venido ocupando en los últimos años y que siguen siendo vigentes en medio de esta emergencia sanitaria. Existe una legitima preocupación por parte de diferentes sectores sociales, en que esta emergencia opaque las circunstancias que han de ser noticias relevantes y fundamentales para nuestro país, en materia de análisis y profunda reflexión política.
Es por ello, que quiero invitar a través de mi columna a compartir, debatir y discutir en casa, aquellas situaciones que se han venido opacando (también por los grandes medios de comunicación) como lo es la ñeñepolítica, un escándalo de compra de votos para beneficio de la campaña del actual presidente, una situación que ha evidenciado la complicidad de varios personajes de la vida política nacional, además de delitos conexos como narcotráfico, corrupción por parte de las instituciones policiales y una serie de irregularidades en la forma de llevar el caso, el día de hoy inclusive la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) expidiendo recomendaciones para proteger y salvaguardar la vida de los periodistas que revelaron la información y que siguen mostrando evidencias de lo que podría ser el caso más grande de injerencia de capital del narcotráfico en las campañas presidenciales, desde el proceso 8000 en el gobierno de Ernesto Samper.
También es necesario mencionar la continua preocupación por los asesinatos sistemáticos de nuestros lideres sociales, los cuales siguen siendo objetivo militar (de narcos, paras y disidencias) en todo el territorio nacional, el año pasado ya había mencionado en otra de mis columnas la preocupante cifra de más de 150 lideres en el año 2019, y este año se reportan en tan solo tres meses cerca de 58 asesinatos de personas que defienden fundamentalmente sus territorios, sus culturas y el medio ambiente. Ya hace cerca de un mes, el informe del alto comisionado de las Naciones Unidas evidenciaba la preocupante situación en materia de Derechos Humanos en Colombia, especialmente en líderes sociales y algunos de ellos de nuestras comunidades ancestrales en los Departamentos de Cauca, Nariño y Norte de Santander. Sin embargo, el gobierno nacional hace lo mismo que ahora con la pandemia y es la negación de la situación e inclusive generó un documento de 24 páginas en el que argumentaban que el informe no reflejaba la realidad del país.
Así mismo, es preocupante el deterioro en la implementación de los acuerdos de paz, la devolución de las tierras a las víctimas, la propuesta por parte del partido del gobierno de acabar con la JEP, lo que muestra sin duda alguna que para el gobierno actual los temas sociales y los reclamos de gran parte de la ciudadanía no tienen legitimidad y que todo lo construido en materia de cese del conflicto y reinserción a la vida civil es inservible, incluso hemos visto el asesinato de desmovilizados del proceso de paz, quienes comprometidos con su implementación han sido asesinados vilmente por sectores paramilitares.
Otro de los aspectos cruciales de los cuales se puede conversar por estos días en casa, es sobre la situación económica que ha generado la situación de salud pública, la devaluación de nuestra moneda cercana a un 20% en los últimos 2 meses, el encarecimiento de los productos de primera necesidad, la posibilidad de quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas que en un periodo corto podría aumentar la cifra de desempleo que para enero ya se ubicaba en un 13% (según el DANE). Si bien se han anunciado una serie de medidas económicas para afrontar la crisis, los diferentes expertos señalan que no son suficientes y que muchos sectores productivos se verán afectados y por consiguiente los empleados y su nivel de consumo.
Queda la preocupación frente a la expectativa de cómo en conjunto superaremos la situación actual del coronavirus, pero también la pregunta de la situación real y concreta de miles de colombianos que viven en el límite de la línea de pobreza y pobreza extrema que requieren de asistencia monetaria y alimentaria, los cuales en muchos casos (en contravía de lo dicho por el gobierno nacional) no se encuentran cobijados, ni amparados por ningún programa o beneficio social de los anunciados en días pasado. Y finalmente, los ciudadanos que, bajo el sofisma de la clase media, ven ahora en riesgo su estabilidad y tranquilidad, ante eventuales despidos masivos como efectivamente ya empezó a suceder en algunas empresas, que producto de la situación han cancelado o suspendido los contratos de sus empleados, desprotegiendo económicamente y por consiguiente en el acceso a servicios básicos como la salud en estos momentos.
En conclusión, invito a todos los lectores, amigos y compatriotas a que por estos días dejemos de ver la repetición continua de noticias que desinforman y generar pánico colectivo, para concentrarnos y conversar realmente sobre las demás situaciones del país, sobre los legítimos reclamos sociales de todos los sectores de la sociedad civil y sobre los retos que como personas, como colombianos y como habitantes del mundo tenemos, ahora que vemos amenazada nuestra supervivencia, la importancia de los campesinos, de los maestros, de los médicos y de las personas que salvaguardan la vida y protegen la integridad de los derechos de la gran mayoría que solo consumimos sin el menor grado reflexivo.
Esta debe ser la otra cara de la cuarentena. #QuedateEnCasa.