El gobernante ruso y belicista Vladimir Putin se ha equivocado. No está consiguiendo una OTAN menos poderosa, como había exigido a principios de este año. Lo que está logrando es una alianza de Occidente más grande. Suecia y Finlandia se unirán a una velocidad récord. La puerta de la OTAN sigue abierta, como se prometió en 2008, a Ucrania, Georgia y otros Estados europeos.
Los ataques brutales de Putin contra Ucraniahan unido a la OTAN más que nunca desde el final de la Guerra Fría. Por ello, la cumbre de la OTAN en Madrid puede calificarse, con razón, de histórica o de punto de inflexión.
La alianza no solo se ampliará, sino que adoptará una nueva estrategia que describe a Rusia como la mayor amenaza y ya no como un posible socio. Putin está obligando a Europa, Estados Unidos y Canadá a reorientar la defensa territorial en el flanco oriental. Esto tendrá consecuencias de gran alcance para los ejércitos y las sociedades europeas. Se necesita más dinero, más personal, más armas y un nuevo planteamiento estratégico para hacer frente al regreso de la guerra por motivos imperiales a Europa. Los 300.000 soldados que se mantendrán en guardia en el futuro son solo el principio. Los despliegues permanentes en el flanco oriental, que incluyen soldados de la Bundeswehr (el Ejército alemán), serán necesarios si Putin y su sistema siguen manteniéndose en el poder.
El bloqueo por parte de Turquía no tenía sentido
Turquía ha retirado su inútil veto a la adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza justo a tiempo para la cumbre. Rechazar a los dos candidatos del norte habría supuesto un importante debilitamiento de la unidad en la OTAN. Este regalo simplemente no se le podía dar a Putin. Así pues, Turquía, Suecia y Finlandia, con la firme colaboración de Estados Unidos, hicieron lo que cabría esperar de unos Estados amigos en medio de una de las crisis más graves desde la fundación de la OTAN. Llegaron a un acuerdo por el bien común.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha recibido algunas promesas en materia de lucha antiterrorista, apoyo a la compra de aviones de combate estadounidenses y respaldo a su posición interna en medio de la crisis económica. Puede presentarse ahora como el hombre fuerte que defiende los intereses turcos.
Suecia y Finlandia pueden dejar de lado las promesas que han hecho a Turquía. Se examinará la extradición de sospechosos de terrorismo kurdos a Turquía. Que eso se lleve a cabo también depende de que Turquía pueda garantizar los procedimientos que respetan el Estado de Derecho, algo que debe dudarse. A cambio, Suecia y Finlandia recibirán más seguridad y solidaridad en la Alianza.
El flanco oriental de la OTAN se alarga en 1300 kilómetros más debido a la frontera directa de Finlandia con Rusia. Hay que protegerla. Esto es lo que los otros 31 miembros de la OTAN prometen a Finlandia. Este país escandinavo, por su parte, aporta a la alianza un ejército excelentemente entrenado y equipado, que debería mantener a raya las tendencias agresivas rusas en el norte. Los ejércitos finlandés y sueco serán una valiosa adición a la OTAN. Se hará más fuerte. Los soldados de Finlandia y Suecia pronto desempeñarán también un papel más importante en la defensa de los Estados bálticos y el dominio del Mar Báltico.
La "muerte cerebral" es un peligro
Por lo tanto, el rumbo futuro de la OTAN está claro: la defensa contra la amenaza rusa, conjuntamente, con todos los medios convencionales, con la disuasión, con contingentes masivos de tropas. Lo que se creía superado en Europa vuelve con fuerza. La gravedad de la situación para la OTAN depende ahora del resultado de la guerra rusa en Ucrania. Si Ucrania cae, los Estados bálticos, Moldavia o Georgia podrían ser los próximos objetivos de la megalomanía de Putin. Si Rusia es derrotada, la OTAN tendrá que aplicar una política de contención masiva.
El rumbo futuro de la OTAN depende en gran medida de su mayor y más importante aliado, Estados Unidos. La administración Biden está firmemente comprometida con la Alianza, así que no hay mucho de qué preocuparse. Pero si un republicano, o incluso Donald Trump, gana las elecciones en 2024, la OTAN volverá a caer en una profunda crisis. Es muy dudoso que los europeos sean entonces tan "soberanos" como para defenderse por sí mismos, según el modelo francés.
De momento, la alianza está viva y coleando, pero la "muerte cerebral" es un peligro que no hay que subestimar, sobre todo porque Trump y compañía estarían dispuestos a sacrificar a Ucrania para complacer a los gobernantes rusos.