El polémico exsenador Mario Fernández aterrizó en Sincelejo en julio después de una ausencia de casi un año en Bogotá al lado de su prima, la primera dama Verónica Alcocer, en el Palacio de Nariño de donde salió mal parado. Regresó al departamento con intenciones de reinventarse y aspirar a la gobernación sin estructura política, pero si con mucho dinero como empieza ya a vérsele en la campaña que inició con el aval de En Marcha, el Partido de Juan Fernando Cristo.
No faltan las preguntas sobre la financiación de su ostentosa campaña ya que a Fernández no se le conoce ningún empleo desde el 19 de julio de 2018 cuando terminó su periodo en el Congreso de la Republica y le cedió la curul a su esposa Ana María Castañeda, quien fue elegida por Cambio Radical. Sin embargo, su lujoso estilo de vida no ha cambiado ni tampoco los gastos de sus llamativas y excéntricas campañas políticas y la actual a la gobernación de Sucre no es la excepción.
Con parapentistas con publicidad alusiva a su campaña que sobrevuelan cada pueblo que visita y en llamativos caballos de paso fino cuyo valor oscila entre los 800 y 1.500 millones según caballistas de la región y caravanas compuestas por entre 6 a 8 camionetas de alta gama varías de ellas oficiales pertenecientes a la UNP.
Aunque ya perdió a Johny Buelvas, su ficha de confianza en la dirección del ICBF, Fernández sigue aprovechando el poder de la primera dama en la institución. Además, también tiene una ficha en el SENA seccional Sucre, donde hace poco fue nombrada Carmen Gil Ortega, quien llegó con su respaldo y el de la representante liberal Karyme Cotes. El comentario general es que usa su cercanía con su prima y se ha vuelto común la entrevista “Vero te va a llamar”, aludiendo a Verónica Alcocer para hacer ofrecimientos que le permitan acercamientos con líderes de base. Esa es su arma para intentar avanzar electoralmente complementada con recursos para gastar ampliamente.