La historia de los diferentes pueblos y naciones del mundo ha demostrado fehacientemente que siempre llega un punto de inflexión en que las sociedades se ven abocadas a decidir entre uno u otro camino. Generalmente, esa elección debe hacerse entre dos sistemas, modelos y/o cosmovisiones diametralmente opuestos y, así mismo, suele suceder que uno de dichos modelos es dirigido por un determinado grupo que lleva mucho tiempo ostentando el poder (ya sea económico, político o social), habiéndolo utilizado hasta la saciedad para su lucro particular en desmedro de un porcentaje ampliamente mayoritario de la población.
Popayán y el Cauca son claros y tristes ejemplos de esta situación. Los hechos son evidentes, contundentes y hablan por sí solos.
En el caso particular del Cauca, el poder político y administrativo lleva ya ocho años en manos directas de Temístocles Ortega, y este período de tiempo coincide plenamente con la mayor llegada de recursos públicos que ha conocido el departamento a lo largo de su historia republicana. Durante el período 2012-2019, entre recursos del Sistema General de Regalías, Sistema General de Participaciones y Recursos Propios, la Gobernación ha dispuesto de cerca de ocho billones de pesos para financiar programas, proyectos y estrategias de desarrollo integral para todo el conjunto de la región. La ecuación aquí es muy simple: si esa ingente e histórica cantidad de recursos se hubiese ejecutado transparentemente, con sentido estratégico del desarrollo y con estrictos criterios de equidad y honestidad, el Cauca habría dado un salto exponencial en sus índices de prosperidad económica y social, financiando y materializando macroproyectos en todos los órdenes, territorios y sectores que muy seguramente le hubieran permitido al departamento crecer en torno al 8% anual en su P.I.B. y reducir al menos en una tercera parte los índices de pobreza y miseria. Hay un razonamiento aún más poderoso: ocho billones de pesos en un eficaz esquema de cofinanciación con la nación y otros organismos multilaterales hubiesen podido significar para el Cauca cerca de 25 billones de pesos en inversión estratégica durante estos últimos años...
Empero, todo se quedó en el "hubiese", porque la verdad inapelable y dolorosa es que esos recursos se atomizaron y dilapidaron en milimétricas estrategias electorales y politiqueras, perdiéndose con ello una oportunidad irrepetible para cambiarle la faz y el destino a nuestro martirizado departamento. Ocho años después, el Cauca sigue estando entre los tres departamentos más pobres del país, invisibilizado a nivel nacional y a merced de las mafias transnacionales del narcotráfico y el crimen organizado. Ese es el legado de ocho años de Temístocles Ortega y sus marionetas en el poder: el pueblo caucano empobrecido, diariamente extorsionado o asesinado a manos de bandas criminales, disidencias farianas y carteles mexicanos, y un profundo sentimiento de desesperación que amenaza con convertirse en una bomba social que puede estallar en cualquier momento.
El caso de Popayán no es menos traumático. En el año 2015 llegó al poder local un grupo "político" que, amparándose en el supuesto origen popular de su líder (Cesar Cristian Gómez Castro) y la gran mayoría de sus miembros, montó una agresiva estrategia populista y de polarización de la sociedad payanesa, con la cual ha "gobernado" de una manera despótica y claramente antidemocrática, consolidando con ello todo un entramado tendiente a "engolosinar" y manipular sin ningún tipo de escrúpulos a los sectores más vulnerables de la población, mientras subrepticiamente ha ejecutado la que ha sido sin lugar a dudas la administración local más controvertida, menos transparente y más cuestionada de la historia de Popayán.
César Cristian Gómez pasará a la historia de la infamia como el mayor fraude para Popayán, puesto que el legado que le deja a nuestra ciudad es una sociedad polarizada y radicalmente dividida, una administración caótica y sin norte definido, una absoluta pérdida de la legitimidad del Estado y de las instituciones frente a la ciudadanía, una sociedad a expensas del crimen organizado con los más altos índices de inseguridad a nivel nacional, una evidente pérdida de competitividad y legitimidad ante el escenario nacional y, tal vez lo peor de todo, un irreversible sentimiento de desconfianza de amplias capas de la población frente a la política, puesto que ninguna sociedad es inmune ante el trauma que le causa ver cómo los que supuestamente llegan aupados en las ansias de cambio y renovación terminan transformados en unos victimarios aún más temibles que aquellos a los que supuestamente iban a combatir.
Así las cosas, Popayán y el Cauca se ven de cara a la que será quizá la elección más decisiva de su historia, puesto que Temístocles Ortega, César Cristian Gómez y toda su truculenta red de socios han unido sus siniestras fuerzas para imponer, al costo que sea, a sus títeres de turno en la Gobernación del Cauca y la Alcaldía de Popayán, con lo cual aspiran a terminar de consolidar a nuestra región como su botín más preciado por los próximos lustros.
Solo un pueblo inconsciente e indigno se postrerna ante sus verdugos. La inmensa mayoría de caucanos y payaneses conforman un pueblo digno, laborioso y resiliente, y muy seguramente el próximo 27 de octubre, en las urnas de la democracia, sabrán ponerle fin a esa oscura noche y sus nefastos titiriteros.