El gobernador debe orientar más esfuerzos a los municipios alejados. Si de esta crisis no nos quedan tres unidades de cuidados intensivos en el Banco, Plato y Pivijay, estamos en nada.
La tragedia del eje cafetero y otras catástrofes volcaron cuantiosas inversiones públicas a las zonas afectadas. En 2010 el Gobernador Verano hizo concentrar los ojos del país en la emergencia invernal logrando que su Departamento se quedase con más del 20% de la torta inicial del Fondo de Adaptación con $839 mil millones en viviendas, hospitales, acueductos, vías y todas las líneas de inversión. En ese entonces, con sus zonas ribereñas igual de inundadas que las del Atlántico, el Magdalena apenas pellizcó unas migajas para unos cuantos puestos de salud y colegios que, aún hoy no terminan de construirse. Preocupante antecedente de la eterna incapacidad de nuestra clase gobernante.
Y es pertinente recordarlo porque conscientes de que nuestro sistema de salud colombiano no resiste una fase intensiva del Covid-19, se espera del gobierno nacional una inversión muy rápida y cuantiosa en este sector. Y quienes más se anticipen más lograrán.
Si las estadísticas colombianas en camas y UCIs están muy por debajo de los países más afectados por el Covid, Magdalena con apenas 97 UCI de adultos disponibles es el peor dotado del Caribe, con 0,7 UCI por cada 10 mil habitantes (¡ni siquiera una!), mientras Atlántico, Cesár y Sucre lo duplican.
Y aún así esas UCIs están centralizadas en Santa Marta por lo que el mayor riesgo lo padecemos los alejados municipios, sin una sola UCI para atender tamaña emergencia mientras los alcaldes, ocupados con los eternos mercados, parece que temiesen a exigirlas.
El sur del Magdalena, por ejemplo, concentra la atención de más de 400 mil habitantes y la UCI más cercana está en Valledupar, ciudad que a su vez está sobrecargada para la emergencia de su población circundante que supera el millón de potenciales pacientes.
Santa Marta con las UCI que ya posee y con su millonario presupuesto, al menos está caminando con la dinámica nacional. Por ello sería importante que en esta emergencia el Gobernador del Magdalena oriente la mayor parte de sus esfuerzos a habilitar nuevas UCIs y sistemas de pruebas para nuestros municipios alejados, tomando como ejes a El Banco, Pivijay y Plato.
Estas nuevas unidades en el corto plazo ayudarían a hacer menos dramática la pandemia para más de un millón de personas y nos consolidaría a futuro como centros de tercer o cuarto nivel regional. El Gobernador del Cesár acaba de hacerlo habilitando 35 UCIs en Aguachica y la mayoría de departamentos tienen descentralizadas sus UCIs hace tiempo.
Y para hacerlo rápido hay una buena bolsa de recursos con los $78 mil millones de superávit que entraron al presupuesto de la Gobernación del Magdalena, que pueden engrosarse con la reorientación de rentas recién autorizada más lo que logremos jalonar de la nación.
No hay que permitir que el dañino centralismo, el mismo que por décadas nos ha negado la Universidad, termine matando más gente que el virus.