A menos de un quinquenio en que las Naciones Unidas cumplirán ochenta años, esa organización reconoce que “necesita un nuevo enfoque para la paz”, por estar enfrentando la humanidad una nueva era de conflictos y violencia; que hay situaciones en que “ningún rincón del mundo esta a salvo” de sus devastadoras consecuencias, como el cambio climático, “visita” que llegó más temprano de lo previsto; que es aún más dramática la condición para quienes “ya viven al filo de la navaja”; que lo más alarmante son las hambrunas, asociadas a la extrema pobreza; que es innegable la crisis mundial del agua; así como inocultable la disminución de la esperanza de vida; muchos de estos temas “asignados al cajón del olvido”. Además, el brote de la COVID-19 ha expuesto a la humanidad a una vorágine, agudizando toda la problemática, mayormente con sistemas de salud públicos notoriamente débiles.
Sobre la concepción de la paz, los fundadores de las Naciones Unidas “imaginaron un mundo muy diferente", "un mundo en el que las disputas se resolvían en salas de reuniones y no en campos de batalla, un mundo en el que las guerras se detenían antes de que estallaran”. Hoy, la cosa es a otro precio con la inteligencia artificial, los bits, drones, retransmisiones en directo “como armas”, ciberataques; en fin, hackeo de datos, son sus aliados. La paz buscada es esa “que no desaparecerá en el próximo ciclo electoral. El tipo de paz que se mide no en meses o en años, sino en generaciones”.
Asimismo, “la población civil ya no es asesinada en fuego cruzado, sino que ahora son blancos de ataques específicos”, señala esa organización; cuyo propósito fundamental fue preservar la paz mundial, y con el curso del tiempo, está encaminada en otros retos. La perturbación de la paz no abarca a todos los habitantes; a nosotros nos ha correspondido una tajada nada agradable: Los países del continente americano registran las más altas tasas de homicidio por un amplio margen; un índice del 37% del total mundial en una región en la que habitamos solo el 13% de la población mundial. En 2016, la cantidad de países que se vieron afectados por conflictos violentos alcanzó el nivel más alto registrado en casi 30 años.
Hoy, la delincuencia causa más muertes que los conflictos armados. En 2017, hubo casi medio millón de víctimas causadas por conflictos armados activos y las 19.000 personas que murieron en ataques terroristas.
Empero de lo anterior, las hambrunas es lo más alarmante; debido no solamente a la escasez de los alimentos, sino también a los efectos desbastadores del cambio climático sobre las cosechas. Más de 20 países sufrirán hambre aguda si no se les asiste con urgencia (El Salvador, Guatemala, Honduras y Venezuela); y a nivel global, están a un paso de morir de hambre, 34 millones de personas (Director FAO). Actualmente se calcula que 800 millones de personas viven en la pobreza extrema, y que ésta evidentemente aumentará por la crisis sanitaria iniciada a finales de 2019. En cuanto al preciado líquido, parte significativa de la población no accede a los entre 50 y 100 litros de agua que cada persona necesita diariamente; que escasea también debido al cambio climático. 2 200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura (OMS/UNICEF 2019). Más de la mitad de la población – 4 200 millones de personas- carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura (OMS/UNICEF 2019). La esperanza de vida es atacada por el aumento que podría darse en el número de muertes por VIH, tuberculosis y malaria, que podría duplicarse, indico la ONU. Esta Organización suministra vacunas para 45% de los niños del mundo, ayudando de esta manera a salvar 3 millones de vidas.
En miras de allanar el camino, ha de tenerse presente "la regla número uno del manual de gestión de crisis, que es la siguiente: cuando estas en un hoyo, lo primero que debes hacer es dejar de cavar”. Las Naciones Unidas trabajan por la paz con 102 482 efectivos desplegados en 14 operaciones alrededor del mundo. Sobre la amenaza global del cambio climático advierte que “estamos perdiendo la carrera; no obstante, podemos ganarla”. Para paliar el hambre, la ONU sugirió a los gobiernos, como parte del paquete de medidas económicas, establecer una renta básica universal, para “salir de este abismo”. La ONU lleva alimento y asistencias a más de 91 millones de personas en 83 países, en donde sus habitantes carecen de capacidad de compra por la extrema pobreza, que la ONU resalta que “no es un problema sin solución.”
En el recorrido de esta organización para contribuir a la resolución de esas trabas los países deben poner su granito de arena, apropiando los fondos suficientes. “Necesitamos que surja un nuevo contrato social de esta crisis que reequilibre las profundas desigualdades que prevalecen en todas las sociedades. Para decirlo sin rodeos: la cuestión ya no debería ser si se pueden encontrar recursos para una protección social efectiva, sino cómo se pueden encontrar”, concluyó la septuagenaria organización mundial.