El reciente estudio publicado por la Organización Mundial para la Salud (OMS) en el que se concluye que el consumo de carnes rojas y embutidos es altamente riesgoso para el cuerpo humano, me hace pensar en una serie de dogmas y comportamientos de la población mundial en general.
Aunque los efectos nocivos por el consumo desmedido de carnes rojas son conocidos por la ciencia médica hace varios años, la reacción del público en general a los hallazgos del estudio se puede resumir de indiferente, obvia y de desprecio en algunos casos si se quiere.
Así el consumo de carnes rojas y embutidos cause problemas para el corazón, el hígado, los riñones y el colon, principalmente, resulta poco probable pensar que el hombre elimine de su dieta en los años por venir la que ha sido la primera fuente de alimentación en la historia de la humanidad: los derivados animales.
Yo mi parte soy un ferviente enamorado de la carne de res, de cerdo, del pollo, de los jamones, las salchichas, los chorizos y demás embutidos derivados del animal. ¡Qué más sabroso que una buena punta de anca, un choripan, un jabugo o una exquisita hamburguesa por Dios! Con el respeto que merecen los veganos y vegetarianos, sencillamente no concibo el resto de mis días lejos de las carnes y embutidos.
Por el contrario, estudios como el publicado por la OMS invitan a consumir carnes y embutidos de forma responsable, informada y en las cantidades y frecuencias adecuadas para cada cuerpo en particular.
¿Y entonces por qué resulta tan descabellado despenalizar, legalizar y regular el consumo de sustancias como la cocaína, la heroína, el extasis o el LSD? De la marihuana ni hablemos porque esa es sinceramente una discusión del siglo pasado.
Creo que a ningún hombre sensato en cualquier parte del mundo se le ocurriría prohibir, sancionar, criminalizar o en cualquier otra forma permitir que la Administración Pública haga uso de su fuerza para desincentivar el consumo de carnes rojas y embutidos por la sociedad. Perseguir a quien produzca, comercialice, transporte, distribuya, porte o consuma carnes rojas resulta tan ilógico como se percibe ante los ojos del lector.
Así como yo, estando plenamente consciente de los efectos nocivos de las carnes rojas para mi cuerpo, he decidido seguirlas consumiendo hacia el futuro, existen millones de personas que conocen los efectos nocivos de los estupefacientes para su cuerpo y aun así han decidido voluntaria y libremente consumirlos a su discreción.
Quien en pleno Siglo XXI aún piensa que la persecución estatal es la ruta a seguir para poner fin al mercado de estupefacientes a lo largo y ancho del globo terráqueo, no solo tiene un rezago intelectual serio, sino también, creo, es un verdadero hipócrita.
¿Por qué no sacamos del mercado, bajo esa estructura lógica, el cigarrillo, el azúcar, el alcohol, las papas fritas, la carne y cientos de miles de alimentos que causan la muerte de millones al año alrededor del mundo?
Los problemas de salud pública se atienden con prevención, educación y tratamiento, no con policías y rejas. No más aguas tibias en este debate por favor. Colombia, Latinoamérica y el mundo urgen de un proceso serio de #Legalización!!! #BastaDeProhibición