Robinsón Gil Tapias, conocido con el alias de Flechas —reconocido criminal entre los grupos delictivos (temido y respetado por estos)—, está ligado a las desaparecidas Autodefensas Unidas de Colombia como un exintegrante del bloque Mineros, al mando de Ramiro Vanoy, alias Cuco Vanoy, quien purga su condena en los Estados Unidos de Norteamérica.
Flechas conoce como ningún otro la región y su territorio. En el corregimiento La Caucana, en Tarazá, ha desplazado y asesinado a varios líderes sociales y campesinos. Antes era el encargado del control del tráfico y microtráfico en el casco urbano del municipio, por eso envía un claro mensaje de su poder a la fuerza pública y a los pobladores de la Región del Bajo Cauca a través del paro armado realizado los días 14, 15 y 16 de noviembre, dejando claro su poder y minimizando a las autoridades que no lograron contener su acción.
La institucionalidad fue burlada y perdió estabilidad y lo más importante la confianza de los pobladores de la región. Líderes sociales de la Corporación Semillas de Paz, Mujeres Valientes y la ONG Redes cuentan que Flechas anda con lista en mano y extiende sus amenazas a líderes y defensores de derechos humanos; entre tanto, el comercio atraviesa por otra pandemia de recesión económica y grandes pérdidas ocasionadas por la inseguridad vivida en los diferentes municipio de la región, por eso piden afectividad en el cuidado de la seguridad de los líderes sociales, campesinos, mujeres y defensores de derechos humanos y población general de esta zona tan golpeada por la violencia del país. A esta situación se suma la informalidad, pues el comercio de la zona no está organizado y solo existen 2880 comerciantes matriculados en Cámara de Comercio. La inseguridad desintegra cualquier iniciativa de formalización.
Cada vez vemos como se sigue anunciando el padecimiento de nuestros líderes, cual ola invernal la violencia arrasa con la vida y sueños de un mejor mañana, la inseguridad aumenta y la fuerza pública no logra devolver la esperanza en un mejor futuro. Como lo explica Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, en su último libro, ¿Por qué los matan?: "No hay una fuerza pública en ejercicio del control territorial efectivo. Se han desplegado grandes contingentes militares tecnificados bajo la presión de la estabilización del orden y el imperio de la ley. La militarización territorial no ha significado un aumento en la garantía de los derechos de la protección y la vida de quienes ejercen algún liderazgo". Esto lo sabe y lo padece la Mesa de Paz del Bajo Cauca, creada recientemente y que en la actualidad prepara su primer informe enfocado en poner en conocimiento nacional e internacional, las pérdidas humanas y económicas que deja el conflicto en la región.
