Los bárbaros llegaron a Bogotá. Como en tantas otras partes del mundo, el antisemitismo se ha hecho presente en estos días en la capital colombiana, mancillando la menorá - candelabro o lámpara de aceite de siete brazos propia de la cultura hebrea-que señala el comienzo de la Avenida del Estado de Israel en nuestra ciudad, en plena calle 94, muy cerca de la sinagoga más importante de la comunidad judía bogotana para mayor escarnio. Esta mañana, muy temprano, pude "descubrir" una esvástica de color naranja pintada sobre el monumento, algo que me hizo producir sonrojo y vergüenza, por no decir otras cosas: miedo. El símbolo nazi sobre uno de los pocos monumentos que recuerda la presencia judía en esta ciudad. Llamé a mi amigo Jack Goldstein, hombre prominente y cualificado de la comunidad judía, y unas horas más tarde las huellas del horror eran borradas. No éramos una excepción, la bestia nazi también habita entre nosotros y se hace presente en estos gestos, tan cuidados como planificados, tan estudiados como preparados para sembrar el odio. Hoy, más que nunca, las palabras de Primo Levi tienen más vigencia que en ningún otro momento de la historia: "No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿Quién hablará?".
La ola nazi ataca de nuevo Bogotá
Aparecieron otra vez grafiris amenazantes producto del antisemitismo, muy cerca de la sinagoga más importante de la comunidad judía con un propósito: sembrar miedo