Un día después de que una avalancha de lodo y piedra sepultara Armero, 419 niños quedaron a la deriva. Sus padres muertos o sobrevivientes en cualquier lugar arrastrados por la furia de la naturaleza y los niños, perdidos, reunidos en la sede de ICBF en Ibagué. Muchas madres vieron a sus hijos en los noticieros, con el rostro cubierto de barro, pasmados pero vivos. Cuando fueron a reclamarlos nadie les dio razón de ellos. El caos en el ICBF no permitió registrarlos, ni documentar sus historias y los funcionarios no se tomaron el tiempo de espera ni dieron la información adecuada para que los papás los pudieran identificar. En dos días los niños se esfumaron.
Treinta y un años una persona los sigue buscando: Francisco González. Hijo del Representante a la Cámara Alfonso González Rengifo quien murió en la avalancha, Francisco estudiaba Literatura en Bogotá cuando el Volcán Nevado del Ruiz explotó. Sólo hasta que llegó al lugar entendió que su pueblo había sido borrado de la faz de la tierra. El único consuelo que le quedó a este amerita fue crear en el 2010 la fundación Armando Armero. Gracias a ella y a la colaboración del genetista Emilio Yunis, el jueves 26 de febrero del 2016 dos hermanas, separadas el 13 de noviembre de 1985, volvieron a encontrarse. Hasta el momento son los únicos niños que han reaparecido.
Francisco con su fundación recorre el país con su Montero, buscando evidencias que permitan el reencuentro de sus familias. Acaba de lanzar una campaña para recoger fondos que apoyen su empeño pero también para que las fotos de los niños circulen por todo el territorio nacional intentando que alguien o los padres mismos los vean y los reconozcan. En una alianza con la marca Agua de la Cima, colocaron en la etiqueta la foto de estos niños que aún siguen buscando a sus papás biológicos. Buscó apoyo en la Oficina del Alto Comisionado para la paz, Sergio Jaramillo, proponiéndolo que adquiriera, con precios de mercado pero con una vocación filantrópica, botellas de agua que necesariamente tendría que adquirir para hidratar a los guerrilleros concentrados en las zonas veredales transitorias. En la carta González pregunta “¿Por qué no ayudar a las víctimas de Armero comprándonos este producto? Creemos que si este país, ustedes y todos somos consecuente con el discurso de apoyo a las víctimas, preferirán apoyar esta causa comunitaria comprando esta agua”. La negativa de la Oficina del Alto Comisionado, escueta y sin interés alguno de escuchar siquiera el detalle de la propuesta, llegó el 11 de enero. La comunicación la firmó, sin mayores explicaciones, la asesora jurídica Liliana Bohórquez Sánchez.
Por el contrario, Pastor Alape, uno de los comandantes de las Farc responsable de la implementación de los acuerdos fue positivo con la iniciativa y le respondió un correo personal en donde se comprometía “a buscar con el gobierno para que se les tenga en cuenta”.
La Fundación ha ido abriéndose camino y ya cuenta con importantes clientes los restaurantes Astrid y Gastón, Caprisa, Café y Crepes, La Burguesía y Flora as natura que le apuestan a la cruzada por lograr que los niños de Armero encuentren a sus padres biológicos.
.