La obsesión de Quintero: dejar un sucesor y gobernar en cuerpo ajeno

La obsesión de Quintero: dejar un sucesor y gobernar en cuerpo ajeno

Como hizo el Centro Democrático en 2019, Quintero escenificará una pantomima para que su movimiento Independentes escoja a un candidato propio

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
septiembre 30, 2022
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La obsesión de Quintero: dejar un sucesor y gobernar en cuerpo ajeno
Foto: Archivo

Al alcalde Daniel Quintero le asiste la frenética obsesión de gobernar en cuerpo ajeno. Así la más mínima insinuación de su respaldo represente un lastre (similar al que tuvo Duque en la reciente campaña presidencial) y su impopularidad sea la más alta desde que las firmas encuestadoras miden los mandatarios locales, Quintero está empeñado en mover todas sus fichas para asegurarse un gobierno de continuidad que estabilice sus ejecutorias, perpetúe sus rupturas con ciertas élites locales, y no ponga el “retrovisor” a las movidas cuestionables en Telemedellín, el programa Buen Comienzo, el INDER, la secretaria de Hacienda; etc.

Para lograrlo, Quintero se ha trazado una estrategia en dos frentes. Inicialmente, buscará poner a disposición de su ungido toda la maquinaria de la burocracia local, así lo hizo recientemente en la elección presidencial -moviendo sus alfiles a favor de Petro-, en una alianza abierta con sectores del partido Liberal y Conservador (ya no tendrá sentido presentar a su candidato como un independiente), y tratando de no extenderle su desprestigiada sombra; básicamente consiste en repetir la fórmula “El de Fico” que en las elecciones de 2019 hundió estruendosamente a Santiago Gómez (el candidato de Federico Gutiérrez).

Seguidamente, buscará polarizar y reducir la elección a una mera confrontación contra el uribismo. Ni más, ni menos. Asi repetirá el mismo método que utilizó con éxito en 2019, cuando se presentó como la única alternativa viable al uribismo -en medio de una inédita división en la derecha local- bajo un discurso de independencia. Pero a Quintero le podría fallar esa movida, pues ya ha gobernado y las críticas a su gestión son extensas y se acumulan desde todos los frentes sociales y políticos; inclusive, entre sectores que lo apoyaron en 2019, pero que rápidamente tomaron distancia de su gobierno.

Ahora, Quintero es la viva representación de un mandatario desgastado e impopular que viene gobernando con buena parte de la clase política tradicional (con una coalición en el Concejo similar a la que gobernó con Federico Gutiérrez); es más, con tendencias del Centro Democrático. Al reducir la elección a una mera confrontación contra el uribismo solo pretenderá distraer al electorado de la verdadera discusión de fondo en la próxima contienda electoral por el poder en Medellín: el debate sobre la continuidad de su modelo de ciudad.

Como hizo el Centro Democrático en 2019, Quintero escenificará una pantomima para que su movimiento Independentes escoja a un candidato propio, ya sea Juan Carlos Upegui, Andree Uribe o Juan Pablo Ramírez, un candidato “fusible” para neutralizar su mala imagen (sería el Oscar Iván Zuluaga de la elección), pues su verdadera ficha estará por fuera de su movimiento y se presentará como independiente y hasta argumentando “sana distancia” con Quintero. Ahí pueden ingresar el exconcejal uribista Albert Corredor, el exsecretario Alejandro Matta o el concejal conservador Lucas Cañas.

Al solicitarle la renuncia protocolaria al pleno de su gabinete, el alcalde ya empezó a dar los primeros pasos en su estrategia para dejar un sucesor, utilizará el mismo método que uso Federico Gutiérrez en 2019, cuando reestructuró su gabinete para ponerlo al servicio de Santiago Gómez. Algo que el entonces candidato Daniel Quintero cuestionaba con encono.

Sin embargo, su estrategia podría fallar por dos motivos. Por un lado, cualquier candidato que se perciba cercano a Quintero rápidamente tocará techo; y por el otro, si la derecha local se organiza, actúa en bloque y desuribiza su principal candidato -no insistir en Alfredo Ramos o Simón Molina-, podría tener chances de ganar la elección. La derecha sigue siendo fuerte en Medellín y así quedó en evidencia con los resultados de Federico Gutiérrez en primera vuelta y Rodolfo Hernández en segunda. Tampoco hay que olvidar que fue la división de la derecha local, entre el uribismo y el naciente fiquismo, lo que le allanó el camino a Quintero.

A Quintero le conviene dejar un sucesor y gobernar en cuerpo ajeno porque necesita estabilizar su legado, tener un aliado en la segunda alcaldía del país para potenciar su aspiración presidencial de cara al 2026, y especialmente, para reducir los ruidos de corrupción y malos manejos que lo vienen persiguiendo desde que mostró su verdadero rostro y dejó de ser un “independiente sin jefes y partidos políticos”.

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