Durante décadas, la violencia de las pandillas ha sido endémica en El Salvador. Pero la oleada de marzo de este año con 87 homicidios entre el día 25 y el 27 fue la que motivó el contrataque de Bukele. Las penas crecieron de tal manera que un niño de 12 años que pertenezca a una pandilla podrá estar en prisión hasta diez años y, si tiene menos de 16, podrá ser condenado hasta a 20 años de cárcel, si es cabecilla, 40 a 45 años, y el solo hecho de pertenecer lo lleva 30 años a prisión.
El endurecimiento de las penas está apoyado en el estado de excepción que ha probado la asamblea unicameral donde Bukele con su partido Nuevas Ideas tiene 61 de los 84 diputados, y se ha refrendado cuatro veces, hasta ahora. La población carcelaria que según World Prison Brief era poco más de 7.000 reclusos en el 2000 ya suma 66.000 (16.000 existentes y 50.000 de las redadas). Como quien dice, el 1 % de la población está en la cárcel.
A fines de año estará terminada la cárcel para 40.000 pandilleros Twitter/Nayib Bukele
Para albergar parte de los detenidos, Bukele anunció la construcción de una megacárcel para 40.000 pandilleros en un área rural de la ciudad de Tecoluca, en el centro del país. En su cuenta de Twitter mostró un video donde se observa a muchos hombres con maquinaria pesada en un gran terreno propiedad estatal, alejado de ciudades, construyendo el penal que tendrá varios niveles de muros, 37 torres de vigilancia, y deberá estar listo antes de finalizar el año.
La estrategia del mandatario milenial para combatir la criminalidad no difiere de gobiernos anteriores. El foco está en los encarcelamientos masivos no exentos de violación de los derechos humanos, y sobrepoblación carcelaria. El 2018 la relatora de la ONU para ejecuciones extrajudiciales llegó a calificar las condiciones de las prisiones de El Salvador como “bastante infernales”, dice Human Rights Watch (HRW).
Durante este régimen de excepción la lupa está en los derechos humanos. El Observatorio Universitario de Derechos Humanos (OUDH) —perteneciente a la Universidad Centroamericana (UCA) — en un informe llamado 100 días de régimen de excepción en El Salvador', recalca la muerte de 59 arrestados que estaban bajo custodia estatal. Natalia Ponce, investigadora de ese observatorio sostiene que es “el resultado de golpizas en las cárceles o bartolinas, agresiones físicas de otros internos y negligencia en la atención médica”, y que “a partir del análisis de notas periodísticas” identificaron a 63 víctimas de agresiones “crueles, inhumanas y degradantes” de las fuerzas de seguridad entre el 27 de marzo y el 4 de julio.
Su una cruzada contra las maras ha estado alimentada por los signos mediáticos que bien conoce, con los que llegó a la presidencia el 2019 en apabullante victoria apuntalada por los trinos agudos aprendidos en la agencia de publicidad de su padre palestino. En los noticieros de medio mundo ha hablado de esa cruzada, mientras se detienen 50.000 personas en cinco meses y él mismo divulga las dramáticas fotos de los prisioneros semidesnudos en un racimo humano de cabezas rapadas y tatuajes en la piel.
La cruzada contra los maras está bajo la lupa internacional, pero tiene enorme aceptación en casa. Twitter/gobierno de El Salvador
Mientras la comunidad internacional cuestiona incansablemente la gestión de Nayib Bukele, los salvadoreños parecen celebrar la manera de gobernar de su presidente. Su lucha contra la violencia pandillera tiene, según una reciente encuesta de Cid Gallup, una aprobación del 91% de la población. Las "pandillas", nacidas de la migración hacia EE.UU. durante la guerra civil, le arrebataron el espacio a las mexicanas en California y se formaron la Mara 13 (de la calle 13), más conocida como Mara Salvatrucha, y la Mara 18 (de la calle 18), una rama disidente. Se odian a muerte, sus tatuajes están codificados. De vuelta a El Salvador, con un ejército de adolescentes entre 12 y 18 años manejan el microtráfico de droga, asesinatos, robos, prostitución y su crueldad es tal que el cartel de Sinaloa los contrata para sostener su eterna guerra contra los temibles Zetas, al sur de la frontera mexicana con EE. UU.
Con los líderes de estas dos maras, los críticos del presidente denuncian presuntas negociaciones. El 13 de mayo una investigación periodística de El Faro, que cita HRW, encontró que desde que asumió Bukele, funcionarios de alto nivel han participado en negociaciones secretas, y el gobierno les habría dado beneficios carcelarios y oportunidades laborales a cambio de reducción de homicidios y apoyo electoral en las legislativas del 2021. Bukele ha rechazado las acusaciones. Pero el Departamento del Tesoro estadounidense acusó en diciembre de 2021 a varios miembros de su gobierno de pactar una tregua con estas organizaciones. La ruptura de esas presuntas negociaciones habría desencadenado la ola homicida de marzo.
Bukele detenta el poder absoluto que empezóa a construir desde la demoledora victoria electoral del 2019
Algunos actores de la comunidad internacional se preguntan hoy si Nayib Bukele se está convirtiendo en el presidente más autoritario de la región. Su viraje salta a la vista desde el candidato con su icónica chaqueta negra, 37 años, y partido prestado de la orilla diametralmente opuesta a su FMLN porque no alcanzó a inscribir el suyo a tiempo. Tres años después controla el ejecutivo y el legislativo gracias a su demoledora victoria del 2019 que refrendó su partido Nueva Ideas tres años después obteniendo la mayoría absoluta de la Asamblea. El poder judicial se lo tomó destituyendo a los 5 jueces de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, despidió al fiscal general, y a un tercio de los 690 jueces salvadoreños.
Con el poder absoluto, no solo las organizaciones nacionales están encendiendo sus alarmas por lo que describen como un creciente autoritarismo de Bukele. Organismos internacionales lo han llamado repetidamente a respetar los derechos humanos y los principios de la democracia. Esta semana el presidente de Chile Gabriel Boric le dijo a Time que en El Salvador “sí hay una deriva autoritaria para enfrentar un problema realmente grave: las pandillas”.
A Boric le respondió Bukele que no le importa su opinión, y de los demás se burló en septiembre pasado al describirse en su cuenta de Twitter como “el dictador más cool del mundo mundial”.
.