Cuando en el 2005 Elton John se casó con David Furmish, sabía que ese hombre sería el padre ideal para sus hijos. El mundo había cambiado y ahora podría hacerse realidad su viejo sueño. En la parada ucraniana de su gira Europea conoció a lev, un niño de tan sólo catorce meses de nacido que le sonreía con ternura en un centro especializado en atender a huérfanos del SIDA. Aunque hizo todo lo posible por sacarlo de allí, la ley no se lo permitía. Su matrimonio con el documentalista canadiense no era válido en Ucrania y las leyes de ese país no le permitían a las parejas en unión libre el derecho a la adopción.
Desconsolado regresó a Inglaterra. Se acercaba la navidad y el fantasma de Lev parecía habitar cada rincón de la casa. Mientras estaban en la cocina descorchando una botella de vino a David se le vino una idea, ¿y qué tal si intentaban la subrogación? ¿Qué podía tener de malo alquilar un vientre?. Aunque tenía la energía de un hombre de 40 años, tenía que empezar a aceptar que con los 62 años que cargaba encima, se le estaba pasando el tiempo de ser papá.
Se asesoraron y fueron a la Center for Surrogate Parenting, la agencia que parecía ser la mejor recomendada. A pesar de la apretada agenda que lo estrangulaba, Elton John estuvo en cada entrevista con los sicólogos y trabajadores sociales que los evaluaban y también observó detenidamente una selección del óvulo que se transformaría en su hijo. El cantante inglés nunca perdió los nervios y la confianza, no sólo ya le había adecuado un apartamento-cuna avaluado en un millón y medio de herederos a su futuro heredero ubicado justo al lado del apartamento en donde vivían , sino que acababa de leer una publicación de la universidad de Melbourne en donde se comprobaba que los hijos criados por parejas del mismo sexo, tenían más probabilidades de tener mejor salud e inteligencia que uno en un hogar convencional.
Conocieron a la madre que guardaría a su hijo y tuvieron, desde el principio, algo parecido a un enamoramiento. Ella era una persona de fiar, celosa de su privacidad, que no sacaría provecho de las ventajas que podría traer estar tan cerca de una celebridad. En los nueve meses que duró el embarazo, Elton John no paró un momento de trabajar. Los estadios eran su oficina y las miles de personas que los llenaban coreando sin parar Skyline Pigeon o Made in England eran sus exigentes jefes. La gira acabaría el 16 de diciembre y David tenía miedo de que surgiera cualquier inconveniente ya que el parto estaba programado para el 27. Sin sobresaltos llegó Elton John a su apartamento ubicado en el piso número 32 del Sierra Towers, en Beverly Hills. Las tardes soleadas no fueron la única razón por la cual quisieron que el niño naciera en California: Allí sería el único lugar en donde se consideraban padres legítimos los que hayan tenido un hijo desde un vientre de alquiler.
Como si de un cuento de navidad se tratara, Zachary Jackson Levon nació el 25 de diciembre del 2010. Al llevarlo a su cuarto de 340 metros cuadrados y cuyas paredes fueron decoradas por Martyn Lawrence-Bullard, el artista escogido para adornar las paredes de las mansiones de Edward Norton, Cristina Aguilera o Cher, David puso un villancico. La música hizo llorar al niño, pero tarareando con dulzura la vieja canción navideña, Elton fue durmiendo al pequeño.
Siempre se ha considerado un tecnófobo, pero ahora, cada vez que una gira lo lleva lejos de él, usa Skype para remendar la distancia. La experiencia ha sido para la pareja tan maravillosa, que en el 2013 tuvieron a Elijah Joseph Daniel Furnish-John, el segundo y último de sus hijos. Volvieron a usar el mismo vientre en donde fue concebido el primogénito.
Lo único enturbia la felicidad de los John, son los celos que el pequeño Zachary siente ante los incesantes mimos que Elton y David le propinan al menor de sus hijos.
