La primera vez que Wolfang Amadeus tocó para el Arzobispo-príncipe de Salzburgo era sólo un niño de cinco años que deslumbraba a toda Austria con su inusual talento. Al verlo, el Arzobispo llamó a parte a Leopold, su padre, y le pidió protegerlos con su manto a cambio de que le diera sin restricciones esa música que parecía dictada al oído por Dios. El niño creció y cumplió todas las promesas que se esperaban sobre su don. Ya, siendo un joven de 25 años, disoluto y genial, Wolfang Amadeus se hartó de la actitud despótica con la que lo trataba su protector y decidió romper el lazo que lo unía a él. Ya no necesitaba un mecenas, ahora, al haber compuesto la Misa en Do menor, la única de sus 12 misas que escribió por iniciativa propia y no por encargo, lo pondría en la vanguardia musical europea.
En venganza ante la rebeldía de su protegido, Hieronymus Conde de Colloredo, Príncipe-Arzobispo de Salzburgo, se negó a firmarle la carta de dimisión, lo que convertía a Wolfgang Amadeus Mozart en un vasallo huido, peligrosa situación que lo ponía en peligro de ser arrestado en cualquier momento. Esto no le preocupa tanto a Mozart como el hecho de que Hiernoymus no le permitiera ejecutar su obra en la catedral. Mordiéndose los labios, el músico se tuvo que conformar con presentar su obra en el monasterio benedictino de San Pedro.
Amadeus tenía a sus sopranos y tenores listos, la orquesta esperaba sus indicaciones ansiosa. Después de 50 minutos en donde mostró las puertas del paraíso a su público, se dio cuenta que hacía falta una parte de las partituras que había escrito. Como si fuera una venganza de su antiguo mecenas, la Misa en Do menor estaba incompleta. Como pudo, pegándola con retazos de antiguas misas, Mozart pudo terminar su ofrenda al creador.
235 años después las 1500 personas que abarrotan el Palacio nacional de las bellas artes de México se levantan para aplaudir a Louis Langrée. Su orquesta, la Camerata de Salzburgo, volvía a tener una de esas noches mágicas que los acompañan desde su fundación en 1952. La misa en do menor volvía a ser interpretada con el mismo misterio y aire maldito que se estrenó tres siglos atrás. La interpretación de Lorena Von Pastor, reviviendo acaso la voz de Constanze Weber, esposa de Mozart y primera soprano de la misa, había ayudado a hacer realidad el milagro.
Esa misma plantilla que deslumbró a los mexicanos hace unas noches, es la misma que interpretará el próximo viernes santo en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, la Misa en do menor, como el plato fuerte de Bogotá es Mozart, el segundo festival de música clásica que se presenta, desde el próximo miércoles 1 de abril en la ciudad.
Junto a la célebre Camerata estará la Sociedad Coral Santa Cecilia, dirigido por Alejandro Zuleta Jaramillo, quien le dará la voz a la misa. Además vendrán los músicos que son universalmente reconocidos como los grandes intérpretes de Mozart entre los que destaca el pianista lituano Itamar Golan, quien ha tenido el honor de ser solista de las filarmónicas de Israel y Berlín en donde estuvo bajo la batuta del mítico director Zubin Metha o Isabel Faust quien ha ganado todos los premios que se le pueden otorgar a un violinista
Presenciar la Misa en do menor en vivo y por la Camerata de Salzburgo es la experiencia más cercana que tendremos en Bogotá de sentirnos, por un momento, en una misma iglesia con el genio musical más grande de la historia. Sin necesidad de una máquina del tiempo, estaremos tan cerca de Mozart que hasta nos tocará con su música, nada menos que el viernes santo.
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