Cada minuto que pasa, James Rodríguez y Rafa Benítez se llevan peor. No terminan de entenderse. Ni el entrenador parece comprender el juego del colombiano, ni James entiende lo que de él quiere Benítez. El penúltimo desacuerdo viene por culpa de la báscula. Mejor dicho, por los supuestos kilos de más que tiene James Rodríguez, según los rumores que comienzan a airearse, para justificar las suplencias y relevos del jugador.
El distanciamiento entre ellos comenzó en la pretemporada. Benítez le solicitó a James que acortara sus vacaciones para integrarse cuanto antes en la dinámica del equipo. El colombiano no atendió a la petición y las hostilidades se personaron en cada entrenamiento o partido. James había sido uno de los importantes la pasada temporada y en la presente es uno más o mejor dicho, uno menos. Desde Valdebebas, el rumor del ‘sobrepeso’ vuela hasta la grada del Santiago Bernabéu, que intenta descubrir en cada partido si es cierto que está ‘gordo’ en lugar de comprobar si marca goles o si sus pases siguen siendo tan efectivos como en el pasado.
Desde la llegada del nuevo entrenador, James Rodriguez ha dejado de ser importante y se ha cansado de la situación. Él era feliz en el Real Madrid, donde le gustaría seguir pero jugando o al menos ganándose el puesto de titular, en igualdad de condiciones con el resto de los centrocampistas. Una igualdad que no es la misma para James e Isco, según se desprende por las alineaciones y los cambios que hace el entrenador. Rafa Benítez ya declaró en su momento que James no estaba en su mejor nivel.
Está afirmación, la remarcó y recalcó, después de perder en el Sánchez Pizjuán pese a que el colombiano marcase el gol del Real Madrid: “Este es el James actual. Es lo que hay”. Rafa Benítez intentó después aclarar que no tenía problemas con el centrocampista: “James tiene todo mi respaldo pero tenemos que analizar que estamos en el Real Madrid con la máxima competitividad. Desde ese punto, yo estoy encantado cuando los futbolistas lo hacen bien, juegan bien y meten muchos goles. No miro el nombre, sea James, Cristiano, Benzema, Bale, Isco o Jesé”. Lo cierto es que James no sonríe como antes. No cruza palabra con su entrenador, salvo lo estrictamente necesario y cada oportunidad que le da, es una prueba para el colombiano que se autopresiona y no termina de jugar con la libertad que antes lo hacía. No es descartable, según su entorno, que James se deje querer el próximo verano, una vez concluida la Copa de América con Colombia, si la situación no cambia con el entrenador.