Después de 47 años de carrera pública, hace un par de días Piedad Córdoba anunció su retiro de la política electoral. Da un paso al costado porque se aburrió y se cansó. –Aquí la política es muy rastrera– dice.
Varios hechos la desencantaron de la política. Intentó por todos los medios alinear a Colombia con el chavismo. Objetivo no logrado. Santos ni Duque y mucho menos Uribe escucharon sus mensajes traídos desde Miraflores para buscar una nueva relación entre los dos países, tan cercanos en otros tiempos.
Lo que más la desinfló, al punto que tuvo que internarse en una clínica por depresión, fue darse cuenta que dentro de la política estaba sola. Cuando lanzó su candidatura presidencial en 2018, hasta los sectores independientes y de oposición como el partido Farc –que ella siempre apoyó– le dieron la espalda. Piedad representaba la revolución bolivariana y en Colombia eso no suma votos. Nadie la acompañó. Hoy también está alejada del gobierno de Nicolás Maduro.
Piedad se desencantó y por eso le da un giro a su vida. Compró una finca en el Llano con la liquidación del Senado y con la indemnización que le pagó el Estado al ser mal inhabilitada y mal destituida por el entonces procurador Alejandro Ordóñez, quien sin fundamentos sólidos la acusó de tener relaciones con la guerrilla de las Farc.
El predio, ubicado en Puerto Lleras, lo adquirió hace seis años junto a Luis, su pareja, con quien está hace diez. Desde allí adelantan varios proyectos productivos.
El establecerse en una finca, en tierra caliente, no estaba entre sus planes. No soporta los mosquitos ni los zancudos. Le hacen la vida imposible. La idea del proyecto agrario fue de Luis. Él, poco a poco, le sembró el plan en la cabeza hasta que se convirtió en uno de sus proyectos de vida más importantes.
El hombre que la enamoró ha estado en la sombra porque a él no le gusta figurar y porque a ella lo que más le ha interesado es proteger su vida, así como hizo con sus hijos, que vivieron en el exilio tras el secuestro y los atentados que sufrió su madre.
Piedad llevaba más de 15 años separada y sola. Aunque no faltaban los chismes políticos que la pusieron hasta de amante de Hugo Chávez, dice que, durante ese tiempo, que fue el mismo que duró en el Congreso, no tenía ni tiempo para pensar en una relación. Hasta ese momento ningún hombre le había interesado.
Luis, de quien no quiso decir su apellido, –por seguridad– militó de joven en la Unión Patriótica y junto a su padre, que era comunista, se exilió en Cuba durante el exterminio del que fue víctima el partido político. Se formó académicamente en el país de Fidel Castro y luego saltó a Estados Unidos donde trabajó por algunos años.
A Luis, un agrónomo especializado en agroecología, lo conoció en 2010 en un conversatorio de paz en Bogotá. Le gustaron sus manos y su sonrisa. Luego lo volvió a ver en otro evento en Villavicencio y después volvieron a coincidir en uno más, en el Cauca. En ese ir y venir se fueron enredando sus historias.
Ella fue quien dio el primer paso. La exsenadora cuenta que para Luis, nacido en el Llano, fue extraño que una mujer tan mediáticamente conocida y cuidada por varios guardaespaldas le pusiera el ojo encima. –El no creía tener arrimadero– dice.
Una de las cosas que más le gustó del agrónomo fue su compromiso con las causas sociales. Luis trabajaba en proyectos con varias comunidades y estaba muy vinculado con la pastoral social.
La relación se consolidó rápido pero sin afanes. Se enamoraron pronto. Luis, sin gustarle mucho la política electoral apoyaba los proyectos de Piedad y ella, sin gustarle mucho la vida del campo, apoyaba los de él. –Con nuestras diferencias hemos construido algo muy bonito– dice.
Luis fue importante en las decisiones de alejarse de la política y apostarle al proyecto agroecológico, pero nunca la empujó a tomar la decisión. Tal vez si hubiese elegido volver al ruedo político el proyecto de vivir en el Llano habría tenido una espera más.
Está feliz. Sus proyectos andan. Aparte de la nueva finca, en Córdoba tiene unas cabañas que alquila y que maneja Camilo Castro, uno de sus hijos. Juan Luis, el mayor, es su heredero político, es senador del Partido Verde.
Otro proyecto que la tiene contenta es la escritura de sus memorias. El libro estará terminado a finales de este año y será lanzado en la próxima Feria del Libro de Bogotá. En este libro –dice Piedad– contará secretos que, con sus 47 años de actividad política, que ha sido bien sonora, no serán pocos.
Aunque asegura sus proyectos estarán muy lejos de la política electoral dice que seguirá opinando, escribiendo columnas, haciendo política social y comunitaria con las minorías y sobre todo levantando la voz y siendo incómoda cuando crea que haya necesidad de hacerlo.