El primer cimbronazo para la casa real británica ocurrió el 8 de enero: por medio de su cuenta en Instagram los duques de Sussex anunciaban su decisión de apartarse de las funciones en la Corona. La primera sorprendida fue Isabel II quien intentó, con su característica firmeza, emprender una serie de acciones para recuperar el control de la situación.
Las vacaciones en Vancouver de Harry y Megan se alargaban indefinidamente hasta el punto de que ya no querían volver a Londres. La reunión que tuvieron en Buckingham con Harry presente y Megan asistiendo desde Skype fue tan tensa que Felipe de Edimburgo salió escupiendo sangre de lo mucho que había gritado. El Principe Carlos también estaba abatido. Nunca pudo imponer su autoridad como padre. Harry no iba a ceder en su intención de dejar el título de Su Alteza Real y dejar de recibir financiamiento público a partir de la próxima primavera, un hecho que se oficializaría este sábado 18 de enero.
Mientras tanto la prensa de Inglaterra despedazaba a la pareja y crucificaba a Megan. Hay una frase que se ha repetido una y otra vez con la que han querido resumir la crisis a la pataleta de una niña mimada y es “No es lo mismo ser un miembro de la familia real que una celebrity”. La nueva vida que planean llevar Harry y Megan no será precisamente dedicarse a hacer frívolos programas de televisión.
La agenda de Harry en la semana que pasó fue esta: Harry participó en un par de videos para anunciar la próxima edición de los juegos Invictus, un evento creado por él mismo desde el 2016 y en la que participan veteranos de guerra que han quedado discapacitados. Además ha arrancado una campaña para promover el cuidado de la salud mental. Megan, en cambio está muy cerca de la organización Justice for girls con la que probablemente trabará. Esta ONG está enfocada en defender el cambio climático y en su lucha por revertir un sistema de justicia en la que siempre pierde la mujer. Los duques quieren seguir haciendo asistencia social pero por su cuenta y sin depender de su poderosa abuela.
El viernes se supo que los empleados de su casa en Frogmore Cottage en Windsor estaban siendo recolocados porque sus jefes ya no van a volver. Harry y Megan no la tendrán fácil a la hora de recaudar dinero para causas benéficas. El sello de la casa Windsor tiene el apadrinamiento de 3.000 organizaciones benéficas y los duques deberán buscar por aparte ese tipo de financiación. Otra de las preguntas que se hacen los periódicos en Inglaterra es qué pasará con las rentas que recibirán a corto plazo del ducado de Lacaster, propiedad de Isabel II y del ducado de Cornualles propiedad del príncipe de Gales.
En Canadá – una de las 14 naciones de la Commonwealth en las que Isabel II sigue siendo jefa de estado- con que Harry ocupará el puesto simbólico de gobernador general, un sueldo que le representaría 200 mil euros al año, una mínima parte de lo que esperan recoger en fondos privados. Lo único que no se permitirá Harry es tener que cobrar por ir a fiestas como le tocó a uno de sus antepasados, Enrique VIII, quien también lo dejó todo por el amor de una norteamericana.