Álvaro Uribe Vélez ha sido nombrado en cientos de investigaciones y ha sido relacionado con crímenes de lesa humanidad que dejaron víctimas a millones de colombianos en la guerra sucia que montó un sector de la derecha de Colombia para tomar por la fuerza a Colombia con la excusa de que las Farc podría tomarse el poder. Y digo excusa porque no existía ni la menor posibilidad de que las Farc, un ejército de 30.000 hombres en sus mejores épocas y un rechazo casi unánime de la población colombiana, llegase al poder derrotando a la fuerza pública, que contaba con casi medio millón de integrantes y con los Estados Unidos como aliado incondicional.
Sin embargo, la derecha magnificó al enemigo y nos amenazó con el coco de las Farc para conseguir la licencia moral de los colombianos para cometer las peores atrocidades contra los campesinos de Colombia. Todo con el único fin de incrementar sus fortunas y hacerse con el control casi absoluto de las regiones. Y lo lograron, hoy el cerebro del maquiavélico plan, el hombre más poderoso de Colombia, descansa tranquilo en su enorme hacienda, su familia es multimillonaria, su partido gobierna, tiene el poder de dos de las tres ramas del poder y ha elegido durante los últimos veinte años al presidente de Colombia
De verdad, la derecha ha edificado un gigante edificio sobre la sangre y el sufrimiento de millones de víctimas de su codicia: decenas de miles de desaparecidos... otros tantos asesinados y torturados... seis millones de colombianos despojados de sus tierras y obligados a desplazarse a los cinturones de miseria de las ciudades... seis mil jóvenes inocentes que mataron para aparentar que estaban dándole duro a las Farc. Semejante carnicería pasó desapercibida ante los ojos cómplices y complacientes de los colombianos. Casi nadie protestó. Ninguno se apiadó de las víctimas. Hoy por hoy nadie recuerda ese pasaje oscuro de nuestra historia. ¿A quién le importa si en últimas acorralaron (mas no derrotaron) a los terroristas de las Farc?
La justicia tenía un banquete de delitos por los cuales investigar al innombrable. Sin embargo, entre homicidios, terrorismo, masacres, conformación de grupos ilegales, narcotráfico, etcétera, cobardemente se decidieron por el menos grave: soborno y fraude procesal. Tal vez pensaban que de esa forma no desatarían la furia del señor de la guerra. Se equivocaron, el intocable se sintió vulnerable y reaccionó con ira ante la tímida osadía de los magistrados. A la corte el tiro le salió por la culata y el proceso precluyó, pues lo único que hizo el innombrable fue gestionar su propia defensa, un derecho de cualquier ser humano. Así es de cruel es el destino. El rey de la manipulación una vez más triunfará haciéndose la víctima y saliendo fortalecido de la fallida emboscada, listo para decidir quién será nuestro próximo presidente y perpetuar a los corruptos en el poder...
Yo sí le creo a Jesucristo cuando dijo que su reino no era de este mundo donde el despiadado progresa y el inocente come mierda. Debe haber un reino fuera de este mundo donde la justicia sea real y no una vieja coja, ciega y cobarde como la que tenemos en la tierra, especialmente en Colombia.