Aunque en el informe de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) sobre Colombia con ocasión del paro nacional no se mencionó el tema del terrorismo, este hizo de las suyas en diferentes partes del país, buscando de manera violenta destruir el orden establecido, llevando a la ciudadanía a una situación de terror e inseguridad para intimidarla y de esa manera pretender alcanzar reconocimiento político como primer paso estratégico.
El terrorismo componente del marxismo-leninismo, con su larga historia criminal, se aplicó en Colombia durante los graves acontecimientos ocurridos desde el 28 de abril, presentándose en una nueva versión urbana, en donde los autores de dichos actos salvajes se esconden en la protesta social.
Esta nueva versión del terrorismo urbano reúne a sectores comunistas que siguen los principios de la violencia como “partera de la historia” y el de la “lucha de clases” concebida como un ajuste de cuentas o vendetta, también están las mafias del narcotráfico financiando, además de los idiotas útiles del comunismo y personas despistadas que por la emoción ni disciernen ni entienden los acontecimientos.
Y a la vez hay que recordar que desde la década de los sesenta del siglo pasado, en las zonas populares de las grandes ciudades, fuerzas marxistas, incluidas las guerrillas, han desarrollado lo que llaman “trabajo de barrio”, y los resultados los tenemos a la vista, debido a lo cual las organizaciones democráticas deben impulsar labores para contrarrestar a la lacra del terrorismo que pretende infringirle miedo a las masas, para llevar a la nación a una dictadura, usando “la combinación de todas las formas de lucha”.
En el 2016 cuando se encontraba en la Presidencia de la República, Juan Manuel Santos, desde Medellín, en el marco del Foro Económico Mundial (WEF) para América Latina, dijo: “Las Farc están preparadas para la guerra urbana, si fracasa el proceso de paz” y agregó “la guerra urbana que es más demoledora que la guerra rural”. Sin embargo, la firma de los acuerdos de La Habana, impuestos a la brava y desconociendo el plebiscito del 2 octubre de 2016, de ninguna manera ha detenido la violencia terrorista, ahora urbana.
No hay que olvidar que el terrorismo que eufemísticamente llaman “guerra” es inherente al lastre marxista-leninista, que es la doctrina que siguen las Farc y el Eln, y que ha buscado mediante atentados (acción directa) chantajear a la población para dominarla, por ello se recuerda que el nazismo, el fascismo y el comunismo han practicado el terrorismo haciendo apología del mismo.
El Mono Jojoy, cabecilla guerrillero de las Farc en julio de 2001, amenazó a las ciudades colombianas con la siguiente perla: “aquí en la selva solo quedarán ratones, dantas, pavas y paujiles, porque las guerrillas van para la ciudad… Allá nos pillamos”, claro que no nos pillamos, pues este jefe subversivo fue dado de baja en el 2010, sin embargo desde sus inicios la guerrilla ha querido llevar el terrorismo a los grandes centros urbanos.
En atentados como el del Club del Nogal en Bogotá en el 2003, el secuestro de los diputados del Valle en 2002 y el genocidio de 21 indigentes el 7 de agosto de 2002 en la posesión de Álvaro Uribe como presidente, entre otros. Sin embargo, hay que recordando que varios grupos marxistas en diferentes países, han tenido las peores derrotas, al hacer uso del terrorismo como arma política, especialmente en las grandes urbes.
El grupo guerrillero comunista Farabundo Martí en El Salvador intentó entrar en la ciudad de San Salvador en 1989, pero fue cuando recibió la peor derrota militar que obligó a la comandancia a empezar negociaciones con el gobierno que concluyeron años después. Así que si las guerrillas colombianas pretenden incrementar acciones terroristas en las ciudades, como las de Pablo Escobar en su momento, tendrían un escenario complicado.
Porque una cosa es galopar sobre la ignorancia y el atraso que existe en algunos lugares del campo colombiano, como lo han hecho las Farc y el Eln durante 56 años, y otra muy diferente pretender doblegar la voluntad de la población citadina; por ello es de vital importancia incrementar la batalla de ideas en contra del comunismo totalitario, para desnudar completamente las aberraciones marxistas, resaltando que los seguidores de esa secta a lo que más le tienen miedo es al debate ideológico.
El Che Guevara invitaba a sus correligionarios a convertirse en terroristas y asesinos “¡esta es una revolución! Y un revolucionario debe de convertirse en una fría máquina de matar motivado por el odio puro”, y en otra oportunidad decía: “ante la duda, mátalo” y ese sicópata es precisamente el que ha “inspirado” en Colombia a las guerrillas terroristas.
Por ello todas las desgracias y sufrimientos que ha habido en Colombia durante el prolongado conflicto, son responsabilidad del marxismo-leninismo con sus bandidos, que teniendo como referente al Che siguen sus enseñanzas y cuando le escribía a su padre una carta, refiriéndose a una ejecución que había ordenado en Cuba, decía: “tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar.”
Con guerrillas terroristas marxistas, como las Farc y el Eln, no se pueden cerrar los ojos, advirtiendo que sus dogmas les enseñan a despreciar la vida de los demás y a no respetar a las mayorías ni a voluntad popular, amén de incumplir los pactos. De ahí que cuando se habla de negociaciones con la “primera línea” en Bogotá y Cali, principalmente, no hay que olvidar que los comunistas por ningún motivo abandonan sus resabios.