El 19 de marzo del 2021 era un viernes normal en Islandia. Los islandeses estaban preparando todo para el equinoccio de primavera, que es, junto a septiembre, una de las mejores épocas para captar las mágicas auroras boreales que caracterizan a Islandia.
Todo transcurría de forma cotidiana, hasta que en la península de Reyjanes, ubicada al sur de la capital, se encendieron las alarmas por la alerta de erupción de Fagradalsfjall, un volcán del sistema volcánico de Krýsuvík, que fue despertado de una “corta” siesta por los más de 40.000 terremotos en ese territorio.
Según versiones oficiales, no hubo peligro para los habitantes, puesto que debido a la alta actividad tectónica, estaba previsto que el volcán despertase furioso tras pasar más de 6000 años inactivo, de acuerdo a Fox.
Los islandeses se sorprendieron al ver el cielo de la noche del viernes pasado. Buscando encontrarse con la fría y verdosa aurora boreal, encontraron en el cielo un cálido rojo que indicaba una erupción volcánica que no había sido vista desde hace ya casi un milenio.
Se presentó un tráfico inusual de coches en calles residenciales, cientos de turistas y propios armaron peña en las aguas del Atlántico. Los reikiavikenses estaban más que emocionados de poder ver en exclusiva una erupción a menos de 50 km de distancia.
El servicio meteorológico islandés se mantiene alerta, ya que esta erupción puede marcar el comienzo de una nueva era de actividad volcánica en el territorio.