No existe en nuestro medio, en nuestro entorno social una sola persona que no tenga un familiar o un amigo en nuestra hermana Venezuela. Es un hecho. De siempre, cuando alzamos los ojos al horizonte llanero —a su confín—, no solo la cultura, el folclor, las costumbres, la lengua, los paisajes son los mismos, sino que en cada colombiano se encuentra un vaso comunicante de sangre con el vecino país; son sí naciones diferentes, con una masa social que podríamos llamar siamés; no es una pasada ingrata de la naturaleza, es una realidad y, lo que suceda en la bella ‘pequeña Venecia’ como la llamara Américo Vespucio o, al apropiado canto aborigen de ‘agua grande’[1], nos incumbe, importa y obvio, afecta.
La afectación, no solo consiste en elementos relacionados con la economía, los mercados, el petróleo. No, no tan simple; nos afecta pues allí los intereses son de tal dimensión que perturban a las sociedades, al contorno en general y, por favor, a las familias; a esa familia de consanguíneos, de parentela: la familia latinoamericana toda; un eco de tamaña dimensión. No son meros dichos. Miren ustedes: aunque los gobiernos de turno no se den cuenta o, no quieran o no puedan intervenir, por razones que van desde el principio de la ‘no intervención’ —necesario, vigente, obligatorio—, hasta aquellos que, supuestamente, comprometen los vientos de La Habana o, en forma exacta, las negociaciones con la guerrilla de las Farc-EP, ninguna de esas razones, son correctas y, mucho menos, reales. Señoras y Señores: al importante principio a la ‘no intervención’ se le deben agregar los mandatos de la Organizaciónde Estados Americanos —OEA—, por varias razones de delicado equilibrio: (i) de un lado, debe ‘Afianzar la paz y la seguridad del Continente;’ y, de otro, ‘Promover y consolidar la democracia (…) dentro del respeto al principio de no intervención; (…)’[2]; y, (ii) la Carta Democrática[3], ordena que los ‘(…) pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. (…)[4]; pero además asegurar‘(…) el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; (…)’[5]; y, ‘(…) la libertad de expresión y de prensa (…)’[6]; pero cuando ‘(…) en un Estado Miembro se produzcan situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder, el Secretario General o el Consejo Permanente podrá (…), disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación. (…) caso necesario, podrá adoptar decisiones dirigidas a la preservación de la institucionalidad democrática y su fortalecimiento’[7]; pues bien, ni más ni menos, consideren ustedes que dentro de los mecanismos para preservar la democracia, aparte del sistema como un todo, se encuentra el respeto por los derechos humanos.
El otro supuesto argumento —la conveniencia política en la gestión de paz en La Habana— no posee fundamento normativo, por lo que se torna en arbitrario o necio.
Reportemos ahora algunos tópicos que evidencian lo crónico: aparte de la crisis económica que es palmaria, como que se encuentran en colapso, se acredita por los hechos, los llamados de la ONU son inocultables: (i) el comité contra la tortura, analiza ‘(…)la violencia y las muertes en prisiones; (…) los ataques a personas que expresan públicamente su desacuerdo con políticas oficiales[8]; y, (ii) la preocupación por la detención de miembros de la oposición y los resultados fatales de las protestas, que sin duda han sido los de mayor resonancia internacional, por la ‘prolongada y arbitraria detención de opositores políticos y manifestantes en Venezuela está causando cada vez más preocupación a nivel internacional", (…) Al menos 43 personas murieron durante las protestas, (…)’[9]; por no hablar sobre la censura, la dificultad al ejercicio de la libertad de expresión e información. En fin, la crisis es del todo, poderosa.
No es del caso dejar que la democracia fallezca, con consecuencias hemisféricas; ni permitir el estatus de la antigua Cuba que se encuentra en punto de retorno a la normalización de relaciones. No.
Con todo: casualmente los sistemas menos democráticos no caen por el irrespeto a los derechos humanos, sino por corrupción y por crisis económica. Es deprimente, como la noche del nunca jamás.
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[1](…) en una expedición de exploración española, ya que le recordaron a esta ciudad las chozas nativas de los indígenas añú, al estar construidas sobre pilares a lo largo de las costas del Lago Maracaibo; (...) -1499-. La tripulación observó las viviendas aborígenes erigidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua (…). http://blog.centrovenezolano.com/origen-del-nombre-venezuela/#sthash.OAOeGtWM.dpufhttp://blog.centrovenezolano.com/origen-del-nombre-venezuela/
[2]Artículo 2. http://www.oas.org/dil/esp/tratados_A- 41_Carta_de_la_Organizacion_de_los_Estados_Americanos.htm#ch2
[3]http://www.oas.org/OASpage/esp/Documentos/Carta_Democratica.htm
[4]Artículo 1.
[5]Artículo 3.
[6]Artículo 4.
[7]Artículo 18
[8]http://www.unmultimedia.org/radio/spanish/2014/10/comite-contra-la-tortura-analizara-la-situacion-de-venezuela/#.VMej12iUcbI
[9]http://www.unmultimedia.org/radio/spanish/2014/10/onu-preocupada-por-detencion-arbitraria-de-opositores-en-venezuela/#.VMelRWiUcbI