La noche de Guns N' Roses en Medellín

La noche de Guns N' Roses en Medellín

Una crónica con retrospectiva del antes y después de la agrupación, tomando como punto de partida el show de los Guns en nuestro país

Por: Fabián Mauricio Martínez G.
diciembre 02, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La noche de Guns N' Roses en Medellín

 

  El 20 de agosto de 1988, Guns N´ Roses se presentó en el Festival Monsters of Rock en Donington Park, Inglaterra. La locura que desató la banda fue tal, que dos jovencitos murieron aplastados, bajo una turba de más de 100.000 personas. La policía dio la noticia al concluir el festival y los medios británicos los apodaron como “la banda más peligrosa del planeta”.  El 23 de noviembre de 2016, en Medellín, los Guns N´ Roses abrieron con It´s so easy, y las primeras notas del bajo de Duff Mckagan produjeron una histeria semejante. La gente se apretó con ferocidad, formando olas de torsos, brazos y cabezas, en las que era imposible sostenerse. Recordé en ese momento aquel sábado trágico en el autódromo de Leicestershire. Pensé –a cinco metros del escenario del Atanasio Girardot-: si esto sigue así, tendremos que salirnos y buscar un lugar seguro.

La banda más peligrosa del planeta terminó la primera canción y siguió con Mr. Brownstone, otro de los cortes de su álbum debut Appetite for destruction (1987), y las oleadas de carne y hueso se apaciguaron un poco. Nos abrimos espacio y vimos a Slash con su guitarra, cantando los coros que él mismo compuso junto a Izzy Stradlin (uno de los grandes ausentes de la noche), sobre  la heroína y la tolerancia que les producía en los ochentas, cuando la consumían a diario y la llamaban como en las calles de Los Ángeles: brownstone.

Guns N´ Roses abrió su show en Medellín a las 9:05 de la noche, con una puntualidad pasmosa, algo impensable veinte cinco años atrás, cuando la demora, la provocación y la irresponsabilidad eran los sellos de los conciertos de la banda. La noche del 2 de julio de 1991, en San Luis, Estados Unidos, Axl Rose se arrojó al público para neutralizar a un fotógrafo no autorizado y luego, culpando a la seguridad, canceló el concierto y desafió a la audiencia que destruyó el escenario y varias calles a la redonda. En Medellín no hubo disturbios, durante el día esperamos la apertura de las puertas bebiendo cerveza y comiendo empanadas. A las 4 de la tarde, la gente se aglomeró contra las entradas y en platino hubo un amague de trifulca. Todos queríamos estar lo más cerca posible e ingresar al estadio se convirtió en un asunto de codazos y empujones. Los organizadores clamaron por el orden, pero estábamos fuera de control. Sólo quedaba una vía: mucha agilidad al momento de escanear las boletas y abrir paso, cuanto antes, a esa horda de rockeros –viejos, jóvenes y jovencitos- fuera de sí.

Welcome to the jungle

Slash sube las escaleras que están junto a la batería de Frank Ferrer y toca el riff de Welcome to the jungle. Se detiene al instante. El Atanasio Girardot ruge y se transforma una garganta delirante. Slash juega con las notas de su guitarra un momento más y escuchamos a Axl, con la voz de sus mejores tiempos, gritar: “Do you know where the fuck you are?”, y Slash abre la canción, a la que se une el bajo de Duff y la guitarra rítmica de Richard Fortus. La banda entera expande la demencia y cuando la batería estalla para darle paso a ese sucio y clásico groove, somos más de cuarenta mil personas saltando, dándole cabezazos a la noche, desgarrando la garganta del Atanasio con nuestros dientes: Welcome to the jungle, we got fun and games, we got everything you want, baby we know the names

Welcome to the jungle fue la primera composición en las que todos los integrantes originales participaron. El riff característico, obra de Slash; la guitarra rítmica, aporte de Izzy Stradlin; la agresiva batería, por parte de Steven Adler; la letra de Axl Rose, inspirada en sus recuerdos de recién llegado a Hollywood en 1982; el interludio, respiro y sección media, tomada de la canción The Fake, escrita por Duff en 1978, cuando el bajista tocaba en una banda punk llamada The Vains. Welcome to the jungle es a la quinta esencia de los Guns N´Roses, la mejor canción de hard rock de todos los tiempos, según VH1, en aquel famoso top 100 de 2009.

Los Guns, rodeados por las miles de pantallas de smartphones, son el centro de un universo paralelo. Las luces de los teléfonos asemejan galaxias que giran alrededor de un sol que arde y quiere vernos sangrar, un sol que estalla y quiere oírnos gritar, un sol que se incinera y nos dice que andamos en la jungla y vamos a morir.

Estranged/Live and let die

La siguiente canción del repertorio, abre con un verso que habla de las partes de un cuerpo que fueron encontradas–cabeza y brazo– en un basurero cerca del estudio donde  grabaron Use Your Ilussion I y II (1991). Una joya que mezcla el rock y el flamenco llamada Double talkin jive. Luego un par de canciones del Chinese Democracy (2008). Un hijo con un solo padre de la alineación original: Axl Rose. Si bien las letras están a la altura de su calidad como compositor, a la música le falta potencia. En ese álbum el aporte de los otros gunners se extraña. Y eso se nota.

No obstante, después de los cortes del Chinese, los Guns desgajan cuatro de sus canciones clásicas de manera consecutiva: Rocket queen, Estranged, Live and let die y You could be mine. Si los términos éxtasis, vértigo, adrenalina, recontrachimba y qué putería se mezclaran, el significado de eso sería lo vivido durante ese cuarteto de canciones, llegando a su punto más alto en Live and let die. De Paul y Linda McCartney, este tema de 1973, fue grabado por los Guns en el Use Your Ilussion I, convirtiéndolo en uno de los covers más famosos de la historia, el cual fue nominado por los Grammys en 1993, como uno de los “Best Hard Rock Performance”. Y en Medellín ese performance salió impecable, dejándonos en la orilla de una extraña complacencia, apenas iluminada por las brasas de los cigarrillos y los porros.

Eso fue minutos después de que el escenario quedase a oscuras y en silencio.  El reflector se encendió y mostró a Axl Rose en un extremo de la tarima, quien llevó su micrófono rojo a la boca y cantó: When you´re talking to yourself and nobody´s home. El estadio entero cayó a los pies de la banda gracias a una de sus rolas más recordadas: Estranged. Esta canción introspectiva, melancólica y existencial, hizo que más de uno llegara hasta las lágrimas. Yo fui  uno de ellos, con los ojos cerrados y un tajo en la garganta, cantándola, abrazado a mi chica, implorando en silencio porque ella no se vaya nunca, como sí lo hizo Erin Everly, la única esposa de Axl Rose, quien hecho trizas por el rompimiento, compuso este tema momentos después de recibir  la noticia de la anulación de su matrimonio.

Duff/Slah/Axl

A la edad de 30 años, en 1994, el páncreas de Duff McKagan explotó. El músico fue llevado a urgencias por una pancreatitis crónica, producto de años de excesos de alcohol y  drogas. Tras la recuperación, Duff dio un giro al timonel de su barco ebrio y advertido por los médicos (de seguir frecuentando los bares moriría), hizo el esfuerzo de alejarse de la bebida. Desde  entonces se ha mantenido sobrio y ha dedicado su vida, además de la música, a estudiar Economía y Negocios en la Universidad Albers School de Seattle. Duff es padre de dos hijas y practica con regularidad artes marciales mixtas y bike mountain. Ese ejercicio se  le nota al rubio, quien es el único de los tres integrantes originales que no para de recorrer el escenario, de lado a lado, de arriba abajo, durante todo el show, dando saltitos y mostrando una vitalidad, a los 52 años, envidiable. Duff interpreta New Rose, el cover de The Damned, incluida en The Spaguetti Incident? (1994),  y su voz madura, grave y rasposa evoca sus raíces punk, las cuales representa en el escenario con una camiseta negra de diseño singular: una cruz blanca en la mitad, con el slogan In memory of… I don´t remember.

Slash, aclamado por todo el Atanasio Girardot, se equivocó. Olvidó el primer solo de Knocking on heavens door y le tomó varios segundos volver a la canción. Sin embargo, lo perdonamos con la fe a prueba de balas de los fans y lo vitoreamos varias veces en un solo coro. Saúl Hudson también pasó por un calvario médico a la edad de 35 años. Ocurrió en 2001, luego de que le fuera diagnosticada una grave cardiomiopatía, que lo tuvo cerca de la muerte. Su corazón falló y fue gracias un desfibrilador, que Slash pudo continuar con su carrera. Dejó la bebida en 2005  y en 2009, luego de que su madre muriera de cáncer de pulmón, Slash abandonó el tabaco. Por esa razón es que no lo vimos en Medellín, con su inseparable compañero, el característico cigarrillo que  lo acompañaba cuando los Guns eran la “la banda más peligrosa del mundo”.  Slash de 51 años, es padre de dos muchachitos, y ha sido reconocido, varias veces, por su aporte a causas ambientales y al cuidado de animales salvajes, en especial sus favoritas: las serpientes.

Axl, el mítico vocalista, tuvo que ayudarse en algunas canciones, por la voz de Melissa Reese,  la otra tecladista de la banda, quien lo secundaba en las notas más agudas. Sin embargo, Axl estuvo a la altura del espectáculo y en canciones como Better del Chinese Democracy, dio un recital magistral con su voz, que escaló  las cimas más altas de aquel frontman de hace veinte cinco años. Axl se vio algo distante de sus compañeros de la banda original, y se le vio más compenetrado con Richard Fortus y con Dizzy Reed, el tecladista que nunca lo abandonó y estuvo con él durante los años en que la agrupación se separó. De hecho, hace cuatro años, cuando Axl salía de un hotel en Hollywood, acompañado de Lana del Rey, los paparazzi le preguntaron acerca de cuándo se reuniría con sus antiguos compañeros de banda. Axl respondió: “not in this lifetime”. No en esta vida. Por eso el tour de los Guns se llama así, como una parodia a la vieja negación del cantante. De 54 años, Axl Rose, sin hijos, bailó en el escenario con gracia, pero no corrió sus acostumbradas carreras de lado a lado, como lo hacía, incansablemente, cuando era el dios del Olimpo del Rock and Roll.

La banda tocó veinte cinco canciones durante dos horas y cuarenta minutos. November rain, Don´t cry, My Michelle y Night Train fueron otros de los clásicos que cantamos y disfrutamos en una noche colmada de camisetas con pistolas y rosas, en un ejercicio nostálgico para unos, y en una revelación sin fondo para otros, los Guns N´Roses, los extraordinarios Gunners, sin ser ya “la banda más peligrosa del planeta”, nos obsequiaron un show inolvidable, que los pone  a la altura –otra vez- de  los grandes de la historia de la música.

Paradise City

El show llega a su final, no queremos que acabe, pero las guitarras de Paradise city  así lo anuncian. El Atanasio lo sabe y los coros de más de 40.000 personas quieren retener a la banda de Axl, Slash y Duff para siempre. Take me down to the Paradise city, y una serie de flashbacks me devuelven a la primera vez que los escuché en la radio, tenía 12 años y caí enamorado, when the grass is green and the girls are pretty, me regresan al momento en que con mi hermano compramos nuestro primer LP, el cual rayamos de tanto escuchar, mientras crecíamos con los Guns N´Roses como la banda sonora de nuestras existencias, oh won´t you please take me home, y la canción estalla como una bomba de tiempo en nuestros corazones, volviéndonos ese oleaje frenético de sistemas nerviosos y pulsaciones cardiacas, mientras la pólvora se revienta en el cielo, y nosotros somos felices de morir en ese lugar y en ese instante, take me down to the Paradise city, donde ya nada más importa.

 

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