Aún recuerdo de mi niñez el momento de la “sacanza” en las tierras de mi abuela: era la época de la cosecha de la papa y entonces la pequeña finca se convertía en un territorio sagrado, en donde sacar la papa de la tierra se convertía en una cosa ritualista, cuasipagana si se quiere, aunque auspiciados por la enorme cruz de mayo que se erigía por ahí. Uno de los requisitos era ingresar al sembradío descalzos, en ese respeto por la pacha mama que ahora nos daba lo mejor de la tierra, el producto característico nuestro por excelencia. A mi corta edad no colaboraba con mucho, pero comía más papas que en cualquier momento del año; y esto es mucho decir para un campesino boyacense. Al finalizar la jornada los rostros de todos, más colorados que de costumbre, reflejaban el esfuerzo y la satisfacción de la jornada. Las manos cuarteadas y absurdamente llenas de tierra eran lavadas para recibir el guarapo y naturalmente una nueva ración de papas.
El producto no es solo una insignia y un orgullo para nosotros los campesinos; es un motor de economía para muchísimas personas. Como bien indicaba en su cuenta de Twitter el representante César Pachón, la papa produce más de 260.000 empleos entre directos e indirectos. Todo un motor económico que, como indica Fedepapa, se ha visto golpeado por las absurdas importaciones autorizadas por el señor Iván Duque; un país papero ha importado 65.000 toneladas de papa de países como Bélgica, cuya calidad no excede la de nuestro producto, como es de esperarse. Es absurdo este atropello contra nuestros campesinos, máxime en un momento de crisis económica como este, estamos en la hora más oscura del sector papero, en la noche más oscura para nuestros bienamados campesinos boyacenses
Incontables veces hemos solicitado al gobierno que vuelva la mirada a Boyacá y apoye el golpeado sector agropecuario; la crisis desatada por la pandemia no es más que la constatación de problemas de fondo que han existido siempre, o por lo menos desde que los TLC vinieron a redondear nuestras dificultades. De aquel paro agrario, hito histórico en el cual nuestros campesinos paralizaron la nación para exigir atención gubernamental, surgieron varias conclusiones que expusieron la triste realidad de nuestros campesinos; con la sabiduría ancestral que caracteriza mi raza, nos estamos preguntando todo el tiempo: ¿qué hacemos para que el presidente (o en su defecto Iván Duque) atienda las necesidades del sector?, ¿decimos que la crisis es por culpa del castrochavismo?, ¿decimos que es mejor la papa de Polombia?, ¿o ya de plano amenazamos con un cerco diplomático?, ¿hacemos en cartulina una carita roja y otra verde para hablar de la calidad de la papa?
Es agotador el abandono del gobierno frente a nuestro departamento; muy a pesar del senador Benedetti, el departamento es el altar de la patria. En su visita en marzo de 2019 Iván Duque se deshizo en elogios para el departamento y prometió cuanta dádiva pasó por su mente; es hora de que vuelva su mirada hacia aquí y le cumpla a los campesinos. El señor subpresidente no puede olvidar que aquí tuvo votantes y debe responderles; yo no voté por él; únicamente me ensucio las manos en la sacanza.