-Quien te ve… y no eres más que un vulgar cuchillo que se arrastra pelando tubérculos, raspando cueros, partiendo migajas y sirviendo de arma blanca a desvalidos y forajidos callejeros que hasta te utilizan para intimidar y quitarle la vida a las personas de bien.
-En cambio yo soy la espada, símbolo de la nobleza. Represento el poder, la gloria, la libertad y la justicia, y no me codeo sino con sangre azul porque mis actos están enmarcado por un mandato de los dioses. Fíjate que hasta les puedo partir en dos el corazón a los torturados y humillados toros y todo el tendido me aplaude.
-Me aplauden porque quienes me rodean son de la nobleza y el poder, conocen del bien y el mal, y mis actos son considerados heroicos y culturales. ¿No has visto como mi alcurnia ha llegado hasta los deportes olímpicos? Pero a ti se te dio por apoyar a un plebeyo para quitarle la vida a un atolondrado y andrajoso toro en una corraleja y medio mundo se te vino encima.
-Hoy junto a las corralejas eres el símbolo de la vulgaridad y la barbarie. A ti y a esa muchedumbre borracha que te secundó, cuando entraste a la garganta del animal, los han condenado y los buscan como cualquier delincuente. Eso te pasa por codearte siempre con la llamada mierdibú.
-Desbocado, oxidado y escachado terminarás en la basura y poco a poco de ti no quedará nada ni nadie se acordará de tu existencia, fácilmente te remplazan por otro que va a tener igual o peor vida que tú. Mi vida es y será de alcurnia, muchos de mis parientes viven por los siglos de los siglos. Terminamos en los grandes museos o adornando los cuartos o salas especiales de la nobleza y de los llamados coleccionistas.
-Te has quedado mudo, ¿o es que ni hablar te permiten? Es mejor que calles, tu linaje no da para codearte con nadie. No sé ni porqué detuve mi marcha para dirigirme a ti. Adiós, seguirás de boca en boca como la mala noticia, mientras yo continúo rompiendo corazones y recibiendo aplausos…
La noble espada y el vulgar cuchillo
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