“Sería muy irresponsable lanzar acusaciones sobre los captores de mi hija”, dijo categóricamente a BluRadio el comandante de la estación de Policía de Padilla, Cauca, Víctor Adolfo Cantoñí, una vez liberada, y luego de los rumores que indicaban que el rapto de María Alejandra, en el casco urbano del municipio de Guachené, habría sido obra de las FARC. Similar pronunciamiento hizo, en el mismo medio de comunicación, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, horas después de conocerse el secuestro de la niña.
Las referencias para la prematura e “irresponsable” sindicación se tomaron a partir de uno de los boletines de prensa del Ejército Nacional, expedido minutos después de ocurridos los hechos, según el cual para el rescate “se adelantan operaciones conjuntas entre la Fuerza de Tarea Apolo, Fuerza Aérea y Policía, con el fin de lograr la captura de alias ‘Mordisco’, insurgente del sexto frente de las Farc, presunto responsable del secuestro” y que “gracias al trabajo de inteligencia técnica se pudo establecer los autores materiales e intelectuales de este vil secuestro que compromete a una indefensa niña”, según indicó oficialmente la unidad a cargo del brigadier general Wilson Cabra Correa.
Por el sospechoso descarte definitivo e inmediato de otros actores armados terroristas que también delinquen en la región organizados en bandas criminales, narcotraficantes o grupos paramilitares que, como se sabe, actúan a nombre de tendencias políticas de extrema derecha, y que también utilizan crueles métodos de sometimiento de la población civil, crecieron en muchos sectores del norte del Cauca y en las redes sociales mantos de dudas sobre los motivos y los autores del delito.
“En plena campaña política con miras a las elecciones del 15 de junio para elegir presidente de la República, con una polarización extrema de las fuerzas políticas en competencia, que estos hechos ocurran en una población donde la votación fue de casi el 80% por el candidato-presidente crea una cortina de humo sobre las realidades, pretende amedrentar, intimidar y presionar hacia otras actitudes políticas”, expresó un interlocutor de quien escribe esta columna y ratificó que “el evento ha causado el efecto contrario, pues aspiramos a demostrar que en Guachené y el norte del Cauca, los ciudadanos detestamos la guerra y en un acto de especial civismo votaremos en favor de la Paz y del proceso que precisamente lidera el presidente Santos”.
Por estas circunstancias, y porque el secuestro no tuvo fines económicos, otros líderes comentaron “sotto voce” que el rapto por 12 horas de la niña María Alejandra pudo tener fines políticos, un ejemplo más de la guerra sucia electoral que acosa a ciertos actores, que inclusive han acudido a acciones como las ‘chuzadas’ hechas por el famoso ‘hacker’ al proceso de paz y antes, desde la fachada de Andrómeda, en los cuales estuvieron involucrados militares de alto rango. Grave tendencia que se agudiza para las próximas elecciones con el anuncio que hace la extrema derecha advirtiendo, por intermedio de un tal Ricardo Puentes Melo, que si pierde las elecciones no aceptará los resultados: “Pero todo está perfectamente planeado. Aunque el 25 de mayo se ganó limpiamente, para la segunda vuelta habrá un sabotaje monumental siguiendo el mismo modus operandi de las elecciones para el Congreso. Un apagón conveniente ayudará a que desde la Registraduría Nacional del Estado Civil la alianza mafiosa concrete el triunfo amañado y nauseabundo del camarada Santos”. Ver: http://www.periodismosinfronteras.org/el-fraude-electoral-que-se-nos-viene-encima.html
Ojalá no haya apagón, como lo vaticinan los brujos, porque no explican los soportes que lo hacen tan previsible. Tampoco dice en la amenaza el señor Puentes quién podría ocasionarlo, si la extrema derecha o los demócratas que sí han demostrado que los resultados electorales los debe aceptar todo el mundo, tal como lo decida la mayoría de colombianos, para que no haya disculpas para un plan B, un presunto golpe de Estado, o más violencia con esa coartada.
En fin, soldado avisado…
Pero lo cierto sobre la liberación de la niña María Alejandra es que las comunidades afros e indígenas le dieron al país, otra vez, una gran lección, y aunque suene a disco rayado: el pueblo unido, jamás será vencido. El rescate de la inocente estudiante de sexto grado de la Institución Educativa Jorge Eliécer Gaitán, presuntamente retenida como botín político, se logró gracias a la decisión del pueblo guacheneseño con su alcalde Francisco José Paz Zapata a la cabeza, y a la fortaleza y solidaridad ejemplar de la Guardia Indígena que se juntaron alrededor del sentido de la hermandad y el compromiso por la defensa de la vida. A nada más, así trate el boletín oficial de la Fuerza de Tarea Apolo de quitarles el protagonismo de su fraternidad y concordia, pues fueron ellos quienes se internaron en las montañas del norte del Cauca, y recorrieron tres municipios con la firme convicción de que regresarían con ella sana y salva tras un ejercicio de no-violencia y presión humanitaria que permitió forzar su liberación.
En resumen, mientras el Ejército dice que las FARC serían las autoras del hecho, la comunidad duda de la versión “por cuanto el sitio en que se hallaba la menor es ahora controlado completamente por los miembros de la Fuerza de Tarea Apolo, del Ejército Nacional, que mantienen varios comandos en estas zonas del Norte del Cauca”, según reza otro boletín oficial, el número 121, expedido por la Gobernación del Cauca.
Leer +: http://www.proclamadelcauca.com/2014/05/la-nina-guachenesena-maria-alejandra-cantoni-victima-del-enfrentamiento-politico.html