Carolina Ardila Zurek trabajaba de banquera en una firma de inversión en Nueva York cuando hace tres años, a finales del 2016, su papá Antonio Jose Ardila le abrió el camino en el Nacional, el equipo que su familia había comprado cuando ella era una niña. Nunca le había interesado el futbol e incluso es una ciudadana norteramericana formada para los negocios, de los que empezó a empaparse de la mano de su tio Carlos Julio, quien vivía en Nueva York, mientras su familia vivía en Miami.
Una de las grandes pasiones de Antonio José Ardila fue el Atlético Nacional. Él fue quien presionó al patriarca Carlos Ardila Lulle para que pusiera en 1996 los USD$ 8 millones que pagó por el 75% de las acciones del equipo. Desde entonces el equipo ha ganado 10 títulos convirtiéndose en el conjunto más ganador de la historia. Además su gestión llevó a armar uno de los mejores equipo de la historia en el 2016 ganando ese año su segunda Copa Libertadores.
A finales de ese año llegó a Colombia, el país de sus padres. Quería dedicarse de lleno al negocio de comprar y vender jugadores. Para meterse en el negocio recurrió a su amiga Daniela Ospina para acercarse al empresario Jorge Mendes, dueño de los pases de futbolistas tan emblemáticos como Ronaldo o el propio James Rodriguez. Se reunieron en un restaurante en Madrid y allí le dio las claves y los tips que necesitaba para dedicarse al negocio.
Antonio José le abrió las puertas del equipo a su hija. A principios del 2017 empezaron a presentarse cambios bruscos dentro de la directiva del equipo. En marzo de ese año renunció misteriosamente Juan Carlos De la Cuesta, presidente del equipo. A las glorias deportivos se sumaba un superhabit económico: $587.036 millones fueron las ganancias obtenidas por lograr la Copa Libertadores y por venta de jugadores.
Al exitoso De la Cuesta Lo reemplazó Andrés Botero, alguien más cercano a la casa Ardila que no tenía experiencia como directivo del futbol a pesar de ser el hombre fuerte del Comité Olimpico Nacional en la última década. Un año después Andrés Botero renunciaría a un equipo que naufragaba rápidamente en todos los torneos que jugaba. A la par de los sacudones dirigenciales los técnicos se sucedían unos a otros. Después de la salida del super campeón Reinaldo Rueda ninguno de los entrenadores contratados ha tenido estabilidad: en dos años el argentino Jorge Almirón, el español Juan Manuel Lillo y el brasilero Paulo Cesar Autori han pasado por el vestuario verde. Esa inestabilidad tendría una razón de ser: la presencia en la directiva de Carolina Ardila.
Aunque no tiene un cargo definido dentro de la organización, todos adentro saben de su poder en Nacional. Si hay un rasgo que la caracteriza es su dureza. Nieta del santandereano Carlos Ardila Lulle y del ocañero, afincado en Cartagena desde su juventud, Enrique Zurek Mesa, fundador del Grupo Indufrial que revolucionó la industria del frío en la Costa Atlántica, ella se siente más cercana al legado de los dos patriarcas que de sus papás.
Su primera apuesta fue haber visto en un partido de reservas a Jorman Campuzano. Ella fue la primera que se fijó en él y quien lo presentó a la Junta Directiva. El negocio no pudo salir mejor: Campuzano, quien no le costó a Nacional más que los gastos de representación, su estadía en Medellín y su alimentación, fue vendido a Boca Juniors por USD$ 4 millones. Otros negocios no han salido tan buenos. Ese fue el caso de Omar Duarte quien llegó a principios del 2019 por sugerencia suya al primer equipo y cuyo bajo nivel hizo imposible que se efectuara su opción de compra.
Su ingerencia no ha pasado desapercibida –tiene 10 jugadores en la plantilla de Nacional-. Buena parte de la afición le echa la culpa a su influencia de la ausencia de títulos en las últimas tres temporadas y de una situación económica que ha empeorado en los últimos años. Dentro del camerino del equipo verde existe un sindicato de jugadores –liderado por Alexis Henriquez y Aldo Leao Ramírez- contra los jugadores que según fuentes dentro del equipo quiere imponer a como de lugar en el equipo titular. Esto explicaría la presencia en el equipo titular de jugadores como Omar Duarte. Otro de los caprichos de Ardila Zurek sería la de Juan Carlos Osorio. El técnico pereirano, después de renunciar en febrero a la Selección del Paraguay, se afincó en Medellín. El clima para el equipo que dirigía el brasilero Paulo Cesar Autori se enrareció desde que Osorio sostuviera encuentros con jugadores insignias del equipo y que perjudicaron el desempeño de Autori. Esos encuentros habrían tenido el visto bueno de Carolina Ardila. Todo esto lo ha negado ella quien ha recalcado que de las contrataciones de los jugadores se encarga dentro de la institución Juan David Pérez y Esteban Escobar.
Nadie conoce mucho de Carolina Ardila. Lo único cierto es que su nombre cada vez es más promovido para llegar a la presidencia del Nacional. Por el momento tiene lo más importante: el espaldarazo de su papá