Carolina Ardila llegó en el 2017 al Atlético Nacional, aupada por el poder accionario de su familia que era la dueña del equipo. En ese momento el equipo verde era de los más poderosos del continente, acababa de ganar la Copa Libertadores de manera aplastante. Reinaldo Rueda era catalogado como el mejor jugador de América. Se vendían jugadores a toda parte del continente y del mundo. Era una verdadera danza de los millones. Y todo eso se desperdició. Se creó una unidad deportiva pero los números son concluyentes: ningún título en cinco años.
Eso sí, mientras la hinchada se queja, la inversión de los Ardila crece. No sólo son las espectaculares entradas al Atanasio Girardot, en donde están metiendo 30 mil personas promedio a pesar de los resultados, sino la venta de jugadores que le ha dejado al club miles de millones de pesos, exactamente 35 millones de euros. Esa plata nunca se reinvirtió en el equipo.
Por eso en su espacio en W Radio de los mediodías, junto al eterno joven Martín de Francisco, Peláez le recomendó, el viernes 4 de marzo, pensar más en la hinchada, en los resultados deportivos y meterse la mano al bolsillo para traer un entrenador de calidad. Con su compañero Peláez se quejaba que Carolina, como su familia, estuviera preocupada por hacer más billete que por conseguir refuerzos que le devuelvan al Verde la identidad y la gloria perdida.
En los últimos días las directivas quisieron contratar a Hernán Crespo pero la oferta no fue la mejor. Ahora van por Santiago Solari, argentino que dirigía al América de México y que ahora quedó sin equipo después de dejar al equipo último en la liga mexicana. Incluso Antonio José Ardila se instaló en Medellín esperando cambiar el rumbo del equipo. Llegó la hora de que los Ardila inviertan parte de su fortuna en uno de los equipos más poderosos de América.