La neoesclavitud del siglo XXI

La neoesclavitud del siglo XXI

La irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación, sumada al auge del trabajo degradante y deshumanizante, nos deja un panorama desolador

Por: Juan Pablo García
junio 16, 2020
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La neoesclavitud del siglo XXI
Foto: PxHere

Al escribir este artículo reflexionaba con suma preocupación dos fenómenos concomitantes que se presentan a escala mundial y que son inherentes a las contradicciones del capitalismo, por cuanto la crisis actual en la que se debate no es imputable exclusivamente a problemas de sobreproducción como lo había explicado Karl Marx, es también una expresión de la crisis de la degradación humana y material de las personas que emerge acompañada con la aparición de tecnologías disruptivas y con la generalización del trabajo deshumanizante en el mundo. Veamos.

El primer fenómeno está constituido por la irrupción de tecnologías de la información y la comunicación de última generación que han hecho posible la interconexión de millones de personas en el mundo y que han permitido, la realización de la producción mercantil generalizada a través de lo que se denomina el comercio electrónico, impulsadas fundamentalmente por Silicon Valley, como principal habilitador de un complejo sistema que ha convertido las tecnologías de la información en general, e internet en particular, en una hidra de mil cabezas a medio camino entre la ostentación comercial más invasiva y ubicuo inventado nunca y un sistema de vigilancia individual que de facto atenta contra algunos de los principios democráticos más elementales.

A pesar de este vertiginoso desarrollo, diversos estudios confirman que socialmente se están generando patologías adictivas en amplios sectores de la población con respecto al uso y abuso de las nuevas tecnologías en particular el internet, los móviles inteligentes y las videoconsolas, que tipifican situaciones de esclavitud debido a la cantidad de tiempo invertido en esta clase de actividades, lo que ha ocasionado graves problemas en el uso de la razón para pensar de forma reflexiva y adoptar decisiones racionales de manera correcta, podríamos en consecuencia, estar en presencia de un tipo de atrofia cerebral por esta vía. Una evidencia de esta situación es la creciente masa de personas (generalmente mayores de 50 años) que invierten frecuentemente buena parte de su tiempo en apuestas online sobre eventos deportivos o partidas de póquer.

El segundo está asociado con las condiciones en las que las necesidades de expansión y acumulación de capital se revierten en la sobreexplotación del factor trabajo de forma delictiva e indiscriminada sobre aquellas capas de la población, que al no poseer medios de producción y al encontrarse en situaciones de inopia extrema; se ven precisados a trabajar en unas condiciones denigrantes que generalmente se expresan en maltrato físico y psicológico lo que conlleva a la degradación y deshumanización de la persona, en consecuencia el factor trabajo es considerado como una mercancía que se compra y se le vende como cualquier baratija; se le limita físicamente o se le impone restricciones a su libertad de movimiento.

“Carlos Marx habló del ‘esclavismo asalariado’ en el siglo XIX. Dijo que los trabajadores de Inglaterra, y otros países laboraban en condiciones peores que los esclavos de las plantaciones caribeñas de Estados Unidos”, detalla Cuninghame. Ahora, en el siglo XXI, resurge el fenómeno de la esclavitud con unos particulares rasgos que muchos autores lo han calificado como la era del “capitalismo salvaje”. Veamos algunas evidencias.

  • Los barcos de pesca de truchas y mariscos en altamar en países como Tailandia. Grupos de derechos humanos afirman que miles de personas son forzadas a trabajar por traficantes ilegales en barcos de pesca, donde pueden permanecer durante años sin ni siquiera poder ver la costa.

Las personas que se han atrevido a denunciar tan infame situación en su mayoría birmanos y camboyanos han perdido la vida en la mayoría de los casos y quienes continúan en esta actividad son forzados a trabajar como esclavos.

  • Fábricas de marihuana y salones de uñas. En el Reino Unido diversas cifras confirman que podrían haber entre 10.000 y 13.000 personas procedentes de países como  Albania, Nigeria, Vietnam y Rumania, que son forzados a trabajar informalmente en fábricas de marihuana y salones de uñas, de este total se contabilizan aproximadamente 3.000 niños de origen vietnamita.
  • La esclavitud sexual en el mundo. Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se calcula que existen aproximadamente 4,5 millones de personas víctimas de explotación sexual forzada. Habitualmente estas personas son engañadas con la falsa promesa de empleos en el sector hotelero y turístico de los principales países desarrollados, pero finalmente los traficantes, las vinculan a la red de comercio sexual en la mayoría de los casos en condiciones humillantes que incluyen maltrato físico y psicológico y amenazas de muerte, si algunas de estas personas osan denunciar dicha situación ante las autoridades competentes.

En España por ejemplo y según reportes de las Naciones Unidas  hay cerca de 40.000 mujeres  que ejercen la prostitución, el 90% de ellas son víctimas de las redes delincuenciales de trata de blancas.

  • Matrimonios forzosos. Otra forma de esclavitud que afecta a jóvenes en todo el mundo son los matrimonios forzosos. Cada año 15 millones de niñas son obligadas a casarse antes de cumplir la mayoría de edad. Les  roban su infancia y niegan sus derechos a una educación digna. Aun siendo ilegal, el matrimonio infantil sigue en auge. Una realidad que en muchos casos equivale a la esclavitud o a la muerte.

Algunas estadísticas escalofriantes revelan la expansión de la esclavitud sobre las víctimas de esta criminal actividad en los principales 10 países del mundo: India, 13,9 millones; China, 2,9 millones; Pakistán, 2,1 millones; Nigeria, 701 mil; Etiopía, 651 mil; Rusia, 516 mil; Tailandia, 473 mil; República Democrática del Congo, 462 mil; Myanmar, 384 mil; Bangladesh, 343 mil.

Cabe entonces preguntarse: ¿qué cuantía de ganancias le deja al capital delincuencial estas formas modernas de esclavitud en el mundo?

Reflexión final: en Colombia particularmente se podría presumir que estamos asistiendo a una distopía según la cual la neoesclavitud se manifiesta en la informalidad laboral en los denominados contratos espurios de prestación de servicios o por obra y labor que no ofrecen mayores garantías en materia de seguridad social y prestaciones legales a muchos trabajadores, y por otro lado, la profundización de las brechas digitales en el mundo del trabajo dadas las precarias capacidades cognitivas para hacer un uso productivo y eficiente de las TIC.

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