Al año de posesionado el Congreso y cerca de cumplir un año el gobierno, a través del presidente Gustavo Petro se ha presentado el 20 de julio una primera mirada a sus retos y realizaciones, con las cuales se puede estar de acuerdo o no desde el punto de vista político e ideológico y en consecuencia se podría tener percepciones optimistas o pesimistas de lo que viene para la sociedad colombiana; más allá de esas cábalas, parece pertinente visualizar entre los diagnósticos y propuestas variadas que ha realizado el líder del gobierno, por lo menos una de sus caracterizaciones y una de sus iniciativas para discernir caminos viables.
Ha señalado el presidente Petro que el momento de vida planetario exige ver la sociedad, el estado, el mercado y sus relaciones desde el punto de vista de una nueva mirada política, pues lo que está en juego es la preservación de la vida toda. Con más o menos acentos, por la información sobre la situación climática que se nos presenta entre otros aspectos, todas las sociedades y estados están en la tarea de poner al centro la vida y se busca rectificar, con mecanismos unos más blandos y otros más radicales, las dinámicas productivas, de consumo y de hábitat; hacia allá va la política global. Nuestra ubicación en América latina, con presencia en la Amazonía y en dos mares nos lleva a considerar que la protección no es meramente de la existencia humana, toca reconocernos en medio de la organicidad de la vida para entender nuestro lugar actual en ella y para sobrevivir como vida planetaria toda. Esa dirección debería ser un factor de unidad básica para la construcción de un acuerdo nacional que es la propuesta en la que insiste el presidente. Sin embargo, quienes le objetan plantean la necesidad de moderar la visión global de los cambios reduciéndolos a una transición energética restringida a avances sectoriales que morigeren en minúscula los impactos, sin perder los “dinamismos productivos”.
El otro asunto o pilar en el cual insiste el gobierno tiene que ver con el hecho de que tenemos como nación unas condiciones de desigualdad social mayúsculos respecto a la dignidad y el acceso al empleo, la tierra, la salud, la educación, la protección social y a que se necesita abrir con más generosidad el ámbito de las reformas sociales para avanzar en un nuevo período de progreso y democracia. En ese aspecto se evidencia mayor debate y diferencia entre las fuerzas sociales, gremiales y políticas, pues se señala recurrentemente en la opinión pública por parte de las fuerzas de la oposición que ese sentimiento moral de reforma puede poner en riesgo las bases productivas y los equilibrios sociales, frente a lo cual las posiciones gubernamentales vuelven a insistir en que son precisamente esas condiciones de injusticia las que mueven los conflictos y violencias que no nos permiten estabilizar las fuerzas productivas.
Sin duda, hay un pulso de país que es transversal a este cuatrienio de gobernabilidad que nos acompañará todo el periodo
Sin duda, hay un pulso de país que es transversal a este cuatrienio de gobernabilidad que nos acompañará todo el periodo; la propuesta de Gustavo Petro es invitar a un Acuerdo nacional que posibilite transiciones, no solo climáticas, también políticas y sociales; es decir, pactar unas condiciones para que el estado, la economía y la sociedad en su conjunto evolucionen en correspondencia a las demandas radicales que impone la crisis climática y sus repercusiones civilizatorias; el asunto es que no se ve el ambiente de relaciones para un camino en ese sentido y quizás entonces el llamado requiera tiempo para que las tensiones, las percepciones, los argumentos, los conflictos, maduren el diseño viable de un entorno para vivir esa transición; la manera como la sociedad tramite esta tensión de miradas y proyectos será determinante en términos de la posibilidad de avanzar en una transformación integral por la vida en Colombia o si nos sumimos más aun en la nación indolente, violenta y mafiosa que hemos venido siendo. Todas las fuerzas vivas, los liderazgos sociales e institucionales deberían ponerse en posición de conversación al respecto; se necesita que evaluemos los paradigmas y las prácticas, ante diagnósticos y urgencias tan manifiestas y evidentes.
Los gobiernos ejecutan con aciertos y errores porque son producto de relaciones humanas, y en ese campo de ejecutorias será evaluada la actual administración del estado, pero la tarea de preservar y expandir la vida es de la sociedad en su conjunto que puede o no movilizarse en función de los bienes comunes que ayuden a rectificar el camino de depredación ecológica, de exclusión social y generación de violencias. Nos toca pensar bien el llamado a un acuerdo nacional, especialmente ¿para qué?, ¿con qué alcances? y ¿cómo garantizar efectos básicos de corto y largo plazo?