La necesidad de tener tacto en época de redes sociales

La necesidad de tener tacto en época de redes sociales

Un solo “coscorrón” mostrado en las redes puede llevar al traste toda una vida de trabajo; en cambio, una buena actuación allí logra el respaldo de todos. ¿Por qué?

Por: Juan Ramiro Escobar
septiembre 20, 2021
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La necesidad de tener tacto en época de redes sociales
Foto: Wikimedia

Las redes sociales se han convertido en el medio más democrático y extenso de la expresión social; pueden ser a la vez el paraíso para un sinnúmero de actividades de promoción, ventas y, sobre todo, de relacionamientos personal o profesional. Pero a la vez pueden ser el infierno para quienes desconozcan los alcances que infieren los internautas a una caída en falso de alguien en el ámbito personal o como representante de una organización o institución.

Los casos se repiten día tras día en nuestro país y vemos cómo hasta los más seguros candidatos a una posición o cargo pueden encumbrarse al cielo de las opiniones cuasi anónimas de los omnipresentes navegadores o a lo más bajo del infierno de las encuestas, urnas electorales o favores públicos.

Un solo “coscorrón” mostrado en las redes puede llevar al traste toda una vida de trabajo por el poder de un país, o en cambio, una buena y sincera actuación de reconocimiento y manejo acertado de la pedida de perdón a un martillazo a un bien público logra el respaldo hasta de líderes políticos, a quien muestra su arrepentimiento, sincero o no, pero arrepentimiento al fin y al cabo. Las acciones inteligentes en las redes permiten el alisamiento de la opinión de todo un conglomerado, como si fuera pura keratina la que se usa para desenredar el infierno vivido y cambiar por el cielo de los amores públicos en las redes, trayendo consigo ríos de efectivo por ventas en estos mismos canales y demostrando cómo usar estratégicamente los medios virtuales para su beneficio.

Las redes no solo muestran lo bueno o lo malo, sino que no lo borran. Simplemente lo evidencian en un segundo y allí queda con ello que muestran descarnadamente una realidad, la mayoría de veces descontextualizada, subjetiva y propensa a ser manipulada por alguien que toma una imagen y la monta con interés de favorecer o condenar a una persona o suceso. Ahí estamos todos los redes-nautas para tomar partido y dar a conocer a millones de “no sé quién me lee” los amores u odios que cargamos dentro de nuestra cotidiana realidad, volcándonos con comentarios de condenas o de salvamentos a ser protagonistas efímeros y lejanos de quienes no conocemos más allá de lo que nos ha sido entregado por una pantalla que esclaviza nuestros sentidos y percepciones.

Por aquello de la falta de tacto social  y prudencia personal, un mero gesto de molestia entre dos personas se ha hundido a un cadalso para sus protagonistas, llevando consigo al patíbulo a quien obligadamente y sin querer hacerlo intervino de manera desafortunada. En momentos en los que su imagen política y pública va rodando por el despeñadero, lo último que debe hacer Daniel Quintero es torear los favores de alguien que, en frente de muchos, con celulares en mano, puede agraviar y evidenciar la malquerencia hacia él de una persona y traer al escenario a miles de opinadores que toman partido animosamente, sin conocer a fondo los hechos.

Terrible la respuesta lastimera de una artista en ciernes montando un video en el que da a conocer hechos que fácilmente pueden ser puestos en entredicho por algunos, ser usada su posición personal para calentar la polémica y, de paso, involucrar a un sitio reconocido por la comunidad. En el video expresa su agradecimiento a la organización y familia que por un tiempo le apoyó prestándole su escenario para lucrarse de una selecta asistencia de comensales, pero a la vez les expone ante las redes de manera infortunada. Opino que la cantante tenía todo el derecho de dar a conocer los hechos, pero la manera en que lo hizo y termina la intervención dio pie a una polémica en las redes. Al final, todos son susceptibles de ser condenados.

Para mí la mayor falta de tacto fue la respuesta de la organización El Cielo y el comunicado de un medio aparentemente parcializado. La destitución inmediata de la artista y la denominación dada por el padre del creador del organizador es más que lamentable. Llamar a la cantante como artista de ocasión demuestra el trato denigrante de la dirección hacia sus colaboradores; no importa si por un minuto o con contrato sin término definido el trato para cualquiera que pise sus instalaciones debe ser el mismo y en ningún momento debe ser insidioso y discriminatorio. El Cielo pudo haber seguido en el cielo, pero con la destitución inmediata y el comunicado emitido abrió las puertas de su infierno.

Con estos hechos, se demuestra que hoy, más que nunca, para manejar las redes lo mínimo que se necesita es aprender la gramática del tacto social.

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