Cuando nació ya su papá tenía el corazón roto. Las ilusiones de acabar para siempre las monarquías de Europa habían naufragado el domingo fatal en el que Napoléon, Emperador de los Hombres, cayó en la trampa de los ingleses en el campo belga de Waterloo. Sería la batalla donde se decidiría el destino de Europa, pero las malas decisiones, el tiempo y la suerte, el “factor Dios” que señala Víctor Hugo en Los Miserables, decidió que los reyes mantuvieran su corona y -sobretodo- su cabeza y que Napoleón, convertido otra vez en Buonaparte, se fuera exiliado. Un año antes de que Louis Pasteur naciera, Napoleón, El Ogro moría en su exilio en la isla de Santa Elena completamente enajenado. Tenía 52 años y su empresa, acabar con los reyes, había sido el fracaso más glorioso de la humanidad.
Al menos eso es lo que escuchaba el niño Pasteur mientras su papá, secando botellas de ron, contaba los sucesos de las batallas más estruendosas de Europa. Él era un veterano de esas guerras de las que ahora nadie se atrevía a hablar. Se llamaba Jean Joseph, era un curtidor de pieles y su mamá Jeanne- Etiennete Roqui. Al principio Pasteur no mostraba especial afición por la ciencia. Lo de él era el dibujo. Por los retratos que se conservan en donde él mismo dibujó a su familia, se le nota un talento impresionante que incluso fue tema de conversación con Jean Joseph pero a él el arte le parecía una frivolidad, si va a estudiar que se lo tomara en serio y que usara lo que sabía para poder trascender. Vaya que lo haría.
En 1942, a los veinte años, obtuvo un titulo como matemático pero venía ensombrecido por las notas mediocres que sacó en Química. Su papá lo forzaba y le marcaba el camino, le decía que en la química y la física los hombres, con sus descubrimientos, hacían arrastrar el carro de la historia. A regañadientes consiguió un empleo que le permitió estudiar Química en Estrasburgo y a los 25 años haría su primer gran descubrimiento: Durante cerca de 2.000 años la gente creía que la vida salía espontáneamente, como los gusanos de la carne muerta. Pasteur descubrió, en 1848, que esto ocurría porque los microbios estaban en el aire y estos podían causar enfermedades. Se lanzaba la que sería absolutamente discutida “teoría microbiana de la enfermedad” que hoy tiene absoluto asidero.
Sin embargo la gran revolución de Pasteur ocurriría en 1863, si a los 41 años. Ya en ese momento, así no tuviera un título de médico, pocos discutían la importancia que él había tenido para la medicina. Ya en esa época había contraído matrimonio con Marie Laurent y había tenido cinco hijos de los cuales sólo dos sobrevivieron. El académico francés Henri Mordor ya había dicho sobre Pasteur: "Louis Pasteur no era médico ni cirujano pero nadie ha hecho tanto como él en favor de la medicina y de la cirugía”. Pues si, en 1863 crea la pasteurización. Napoleón III, entonces máximo jerarca de Francia, lo consultó por un problema que tenía la industria francesa del vino. No se podía comercializar porque el vino se dañaba en largos trayectos. Pasteur descubrió que si se calentaba el vino a 55 grados todas las bacterías morían. La historia de los alimentos cambiaría para siempre.
A los 45 años sufrió un derrame que le quitó movilidad. Tres de sus hijos murieron y lo único que le daba fuerzas era su trabajo. Ya no pintaba, había descubierto algo mejor: arrebatarle vidas a la muerte. En 19879 su equipo se puso a estudiar el cólera del pollo. En su laboratorio le inyectó a un pollo un viejo cultivo de bacterias. Las aves se enfermaron pero no murieron, al contrario, se volvieron inmunes a la enfermedad. Pasteur había encontrado la manera de crear vacunas en el laboratorio. En 1881 el Antrax mataba a millones de personas alrededor del mundo. Ese año encuentra la vacuna y no sólo hace fama sino fortuna: ese descubrimiento lo cubrió de oro. En 1880, a sus 58 años, centra sus fuerzas en atacar la rabia. Trató al niño Joseph Meister quien a los 13 años estaba a punto de perder su vida después de ser mordido por un perro. Le quitó la rabia en 20 días. La gente, desesperada, buscaba la vacunación mágica contra la rabia y a Pasteur no le quedó de otra, debido a la demanda que tenía, de crear el Instituto Pasteaur. Con sus vacunas no sólo aplastó la rabia sino que se enfrentó, con éxito, a la difteria. 200 años después de su lucha el 85% de los niños en el mundo están inmunizados contra ella.
A los 72 años murió Pasteur y el mundo necesita en este momento no sólo de su legado sino de un genio igual que logre erradicar para siempre un monstruo que en Colombia se ha llevado 53 mil personas.