Nuevamente sale a la palestra la existencia humana, lo relacionado entre esta y la vida que cada uno de nosotros lleva; se hace inferencia lógica entre cómo vivimos y por qué existimos, buscando una explicación dentro de la razón que envuelve el comportamiento del ser humano.
De ahí que la filosofía no sea entendida como un encuentro académico entre el individuo y los pensadores de las diferentes corrientes, sino como una forma de enfrentar los problemas, de solucionarlos, de elegir en quiénes nos apoyamos y de tomar decisiones. Viene entonces inserto el concepto de amistad, desde esa temporalidad que se acrecienta en esa historia conjunta, originando ese concepto de atención entre uno y otro.
A pesar de ese viraje que ha dado la sociedad en cuanto a construir un individualismo más potente, lo cual perjudica esa forma en que nos fijamos en el otro y contamina precisamente ese concepto de amistad, viene aquí el interrogante que tiene que ver con si ese individualismo es contemporáneo o solo es producto de los traumas de la infancia o adolescencia. Recuérdese cómo el hombre a través del tiempo carga una cantidad de vicios, fobias o comportamientos asociales que lo confrontan con su pensamiento filosófico.
Ahora bien, la filosofía ha dejado de ser esa cátedra cargada de incongruencias que hacen pensar de nuevo cuál es su valor. El derecho a pensar viene siendo conculcado por la sociedad, por la política clientelista y por el sistema educativo al que cada día se le cortan las áreas que tienen que ver con el pensamiento. Ahora este se alimenta de otras insulsas ideas en donde es más importante ser influencer o youtuber que entender por qué los Simpsons se han considerado perjudiciales en el momento en que son vistos por jóvenes, aunque este serie presente una forma de entender una realidad social (si bien es cierto que presenta la sociedad norteamericana, de alguna manera se puede hacer adaptación a la colombiana).
Enfrentamos entonces problemas en lo que tiene que ver con la teoría del conocimiento, especialmente en lo que tiene que ver con el comportamiento del ser humano, de los motivos por los cuales no entiende y no acepta su actuar en contra de los principios éticos, pero también atacan las opiniones y objetos sensibles de interpretación, y que no permite llegar a esa experiencia sensible a la que se refiere Platón, además de la defensa de los principios ideológicos a los que se refirió Sócrates al momento de tomar la cicuta que terminó con su vida.
¿Cómo podemos forjar un mundo verdaderamente humano cuando lo que tenemos en frente es una sociedad perdida en su pensamiento? Esta es solo una pregunta de las tantas que cuestionan las relaciones entre el hombre y la sociedad, entre el pensamiento y su lógica, o entre la relación simbiótica entre lo que hago y lo que recibo. Sería entonces hora de alejarnos de los odios, rencores, venganzas y resentimientos. También, de preocuparnos por entender y gozar la vida, no tanto de manera desaforada, sino con la ayuda de la razón. Hay que disfrutar de las pasiones sin caer en el encantamiento de las adicciones, lo que lleva al fenómeno intelectual de la revolución cognitiva; es decir, preocuparnos desde ya por encontrar esas enseñanzas que se han dejado de aplicar (E. Wilson) y encontrar esa emocionalidad que ha quedado fuera de la razón, alejando la emotividad o que lleva a las falacias que controlan la historia y la sociedad.
Se insiste entonces que la historia tendrá que explicar esa revolución, el recuperar la emotividad y hasta las acontecimientos inusuales que dejaron experiencias propias y ajenas, para comprender de manera clara los motivos por los cuales la filosofía no como academia sino como concepto influye en la manera de cómo el individuo participa de la sociedad, en su construcción, en erradicar el fundamentalismo y los fanatismos que se han vuelto temas de moda dentro de esta sociedad individualista, la cual debe combatirse con dialogo y concertación, y no con enredos ni retrasos ni con mucho costo al que hace referencia Orlando Melo cuando trata el tema de la evolución de la política y los políticos en Colombia.
Olvidar diferencias, generalizar acuerdos para generar inteligencia colectiva, o prever y anticipar el futuro para no cometer los errores que hemos cometido, además que “pensar es olvidar diferencias, es generalizar, es abstraer” (Borges), para evitar la accidentalidad que concluye con la Colombia que hoy tenemos y su pensamiento colectivo e individual.