Cada vez que el gobierno recibe un revés en el Congreso o en las Cortes, sus partidarios proclaman la victoria de Petro en las urnas como un mandato cuasi divino.
Según ellos, esto justificaría la aprobación de sus reformas y decretos sin mayor obstáculo. No obstante, el presidente parece olvidar, tal vez inconscientemente, que su triunfo electoral fue por un margen estrecho y que el apoyo popular ha menguado con cada escándalo y cada paso en falso que ha dado, algo que quedó en evidencia este 21 de abril con la amplia participación en la marcha convocada en su contra por diversos sectores.
Es importante recordarle al presidente que congresistas, alcaldes, gobernadores, concejales y diputados también son elegidos por el pueblo colombiano. Al revisar las cifras de esos votos, no se observa un respaldo contundente al presidente como la principal fuerza política del país.
Por ejemplo, el Partido Liberal es uno de los más votados en cada elección, especialmente en las regionales. Aunque reconozco las dinámicas políticas regionales, si el argumento del presidente fuera válido, entonces el Partido Liberal también tendría derecho a imponer sus reformas y su agenda legislativa como parte del constituyente primario. Evidentemente, ningún liberal sensato emplearía tal argumento.
Como militante liberal desde que tengo cédula, me opongo fervientemente a la idea de una constituyente. Además, debo expresar mi desacuerdo con la reforma pensional que actualmente apoya mi partido.
Aunque concuerdo en que el sistema pensional colombiano requiere una reforma urgente, la propuesta actual está tan mal elaborada que incluso el propio gobierno admite que necesitará ajustes futuros. ¿No sería mejor hacer las cosas bien desde el principio?
Lamentablemente, nos espera una triste realidad a los millones de trabajadores que sostenemos este sistema. Para nosotros los jóvenes, alcanzar una pensión se volverá algo lejano e imposible de lograr. No obstante, seguiremos luchando por un mejor país.