Sobre el tema de la seducción, Jean Buudillard anota que se trata de la transición de la mitología del imaginario sexual. Cuando han pasado las distintas etapas la seducción acaba; comienza a desmoronarse la puesta en escena, cuando alguno de los dos seres capitula. Porque en la seducción -según Freud- se invierten los espejismos de la simulación. Cada persona tiene un punto de vista: el seductor se retrata a sí mimo con omisiones y el otro, en su medida, sólo quiere verse proyectado a sí mismo en el otro. Las mentiras de la parodia pueden observarse cómo lo anota Vincent Decombes en la persona seductora es donde el ser seducido se encuentra a sí mismo.
Antonio Samudio un bogotano que nació en 1934 y pinta ésta comedia humana de signos y gestos seguros que, no responden a ninguna lógica. Por la misma razón de la seducción: la realidad es irónica.
Antonio Samudio pinta sobre lienzo o sobre madera. Este último soporte lo maneja como la representación misma del marco que, corresponde a la ventana coqueta que pintó Francisco de Goya y Cifuentes (1748- 1828) en los lienzos como Majas en el balcón que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York o, Dos mujeres en la ventana, de la colección de la Galería Nacional de Washington. Antonio Samudio pinta el sentimiento de su época y la seducción de la juventud con los prejuicios de su tiempo. Pinta seducción femenina que posiblemente se lee desde una aventura del inconsciente, que puede aparecer como el último intento de gran envergadura por rehacer el secreto en una sociedad sin secreto. Y, a propósito, Baudrillar califica a la seducción como testigo de la hipocresía.
Antonio Samudio pinta con colores propios que buscan una densidad cromática. El naranja conlleva una luz opaca, el verde es macerado, el azul va cargado de verde, el amarillo ocre es opaco y el café varía en los tonos.
Ahora, el trabajo que ha realizado a lápiz en el lienzo no lo oculta porque hace parte de su lenguaje liviano que se entrelaza con el aire enrarecido de una intimidad. Orden moralizador que mueve cuerdas, de los niveles y reglas de la seducción o, la insinuación.
A sus personajes prototipos de narices tubulares que continúan en las cejas finas cejas en arco y bocas cerradas más que lo que dicen importa lo que representan. La mudez importa en la insinuación del gesto. Y además recrea una memoria por la escenografía urbana de su imaginario.En algunas de las obras, Samudio le impone a la composición una naturaleza muerta que, aunque ha sido un tema tratado por él, ahora tiene más coincidencia con las naturalezas muertas de Fernando Botero – difícil similitud-. Pero, a Samudio por ahora le funciona; porque él reúne su atmósfera seca a la mímica de la intimidad.
Versión actualizada de "La hipocrecía de la seducción"