La exposición Grabados de Antonio Samudio en El Museo de Artes Visuales de La Universidad Jorge Tadeo Lozano que se inaugura el próximo 20 de este agosto, recoge lo que ha sido el tema central en su trabajo: la intimidad de una seducción y sus naturalezas muertas. El conjunto muestra la gran versatilidad del maestro en todas las técnicas de grabado.
Sobre el tema De la seducción, Jean Baudrillard anota que se trata de “la transición de la mitología del imaginario sexual”. Cuando han pasado las distintas etapas la seducción acaba; comienza a desmoronarse la puesta en escena, cuando alguno de los dos seres capitula. Porque en la seducción —según Freud— “se invierten los espejismos de la simulación”. Cada persona tiene un punto de vista: el seductor se retrata a sí mimo con omisiones y el otro, en su medida, solo quiere verse proyectado a sí mismo en el otro. Las mentiras de la parodia pueden observarse como lo anota Vincent Decombes en “la persona seductora es donde el ser seducido se encuentra a sí mismo”.
Antonio Samudio un bogotano que nació en 1934, registra esta comedia humana de signos y gestos seguros que no responden a ninguna lógica cotidiana. Por la misma razón la seducción es la realidad irónica.
Antonio Samudio ha realizado toda su vida grabados que son como la representación misma del marco en el que, Francisco de Goya y Cifuentes (1748- 1828) en la serie Los Caprichos retrataba su mundo.
Antonio Samudio pinta el sentimiento de su época y la seducción de la juventud con o sin los prejuicios de su tiempo. Resulta interesante que, seducción femenina, posiblemente se lee desde una “aventura del inconsciente, que puede aparecer como el último intento de gran envergadura por rehacer el secreto en una sociedad sin secreto”. Y, a propósito Baudrillar califica a la “seducción como testigo de la hipocresía”.
Los personajes de Antonio Samudio son prototipos. Narices tubulares, casi fálicas, que continúan en las finas cejas en arco como en un dibujo y, bocas cerradas que importan en lo que representan de las relaciones humanas. La mudez vale en la insinuación del gesto. Y además, recrea una memoria por la escenografía y el su imaginario del tiempo.
En algunas de la obras, Samudio le impone a la composición una naturaleza muerta que, él ha tratado con una enorme sutileza porque lo ve como un paisaje. A Samudio todo le funciona, porque él reúne su atmósfera seca a la mímica de la intimidad. En su narrativa todo es objetual y genial.