Residente y Balvin
En estos días se ha levantado un debate ridículo, pero sobre todo absurdo dada la necesidad que tenemos en este país de verdaderas discusiones sobre los temas centrales que nos afectan a los colombianos: la corrupción, la pobreza, el gobierno inepto, la desigualdad social que pretenden extender en el tiempo ciertas élites, la pésima calidad de la educación, el desempleo etcétera.
¿Música?
No, el debate no giraba en torno a esos ejes. Se debatía sobre la música, pero no de la música en el sentido más elevado de ese concepto: “El arte de combinar los sonidos en una secuencia temporal atendiendo a las leyes de la armonía, la melodía y el ritmo, o de producirlos con instrumentos musicales”. O “el conjunto de sonidos sucesivos combinados según este arte, que por lo general producen un efecto estético o expresivo y resultan agradables al oído”. No, se debatía sobre si la ‘música’ de un cantante colombiano de reguetón muy famoso, J. Balvin, merece o no merece recibir premios. Más o menos.
Residente, que así se hace llamar un cantante del género urbano, criticaba con mucha elocuencia la música que hace J. Balvin, comparándola con un hot dog. Comida chatarra que todo el mundo come pero que es simple, no tiene mérito, ni mucho menos virtuosismo. Bueno, yo considero que es injusto, para el hot dog o perro caliente, ser comparado con la basura que es la música de Balvin y todos los de su género. No hay comparación.
Reguetón es basura
El reguetón no es más que uno de los productos más bajos de esta decadencia del arte y de la cultura en general en la que vivimos. No debería siquiera ser considerado como un género musical. Es un bodrio. Y está por todas partes, es casi imposible huir de él. Está en el aire, en las emisoras, en los comerciales, en la televisión, internet, en los almacenes, en el comercio de cualquier ciudad, y lo más triste y peligroso: en las fiestas infantiles.
Maldad
Como si la calidad de lo que hacen no estuviera al nivel de una pozo maloliente, los mensajes no desentonan y promueven la misoginia, la hipersexualidad, las drogas, les hacen un guiño permanente al crimen, a la pornografía. Pero lo peor es que hay tanto nivel de perversión que estos cantantes intentan introducirse cada vez entre los más pequeños. Si no nos creen pongan ustedes en YouTube un contenido infantil y luego nos cuentan cuantos videos de estos reguetoneros, con su estética malandrosa, hortera y de chicas que se mueven entre el baile y un erotismo de mal gusto, no irrumpen sorpresivamente cada cierto tiempo.