Estamos en un momento difícil, y si lo pensamos bien, eso lo venimos diciendo hace muchos años; en esta oportunidad nuestra Colombia sufre los embates; por un lado, de la naturaleza implacable, que no discrimina, que arrasa campos viviendas, cosechas personas, casas de habitación, inunda cultivos, deja ruina, dolor, perdidas. Por otro lado, la violencia desatada en campos y carreteras de nuestro territorio que deja dolor, muerte, y mucho miedo entre la gente.
La multitud anda en campaña para elegir el nuevo presidente que regirá los destinos de esta difícil patria de gobernar; en las redes sociales, en los medios de comunicación se vive la polarización que los ciudadanos del común expresan desde sus sentires particulares: unas opiniones de la sinrazón y otras con algo de análisis y conocimiento de la historia que ha hecho de esta Colombia lo que hoy tenemos se pueden leer a montones.
Y los dimes y diretes que se lanzan las campañas crecen cada día dejando destrozadas amistades o creada incomodidad entre otras.
Las últimas encuestas, según los datos obtenidos, nos remiten a pensar desde ya que si hay una segunda vuelta será entre dos candidatos bastante lejanos en su concepción sobre qué hacer en el país para mejorarlo: Federico Gutiérrez, y Gustavo Petro. Al parecer, por los números que arrojan las encuestas los otros candidatos no tendrán opción es esta oportunidad.
Lo cierto es que hay de donde escoger: dos pensamientos disímiles, dos discursos diferentes, dos propuestas en las que cada uno de nosotros podrá evaluar si coinciden o no con el país que queremos.
Y, es el 29 de mayo cuando en el cubículo de votación, a solas con nuestros anhelos, sopesando esta realidad que venimos soportando por tanto tiempo, evaluando lo que hemos vivido y el futuro que se puede prever, escogeremos en el tarjetón la persona que pensemos que puede darnos la oportunidad de una vida diferente, al menos digna y que se preocupe por encarrilar estas desigualdades que tanto daño hacen a la posibilidad de tener una patria mejor para todos.
El acto de elegir, bien mirado, sopesado con lealtad hacia nosotros mismos, es el que nos permite ser artífices reales de nuestro futuro.
En manos de usted, amigo elector, está la más bella posibilidad que nos ofrece la democracia: el cambio, según la escogencia que hagamos sopesando lo que puede ser nuestro futuro…