Que personajes como Guacho se multipliquen por mil es lo que desean algunos insensibles e insolidarios enemigos del proceso de paz, para así someter a los colombianos a nuevos ciclos de violencia.
Así ocurrió a finales de la década del 50, cuando se desmovilizaron las guerrillas liberales del Llano y el Estado incumplió los acuerdos, como es su tradición, y fueron cayendo uno a uno, entre ellos Guadalupe Salcedo. Luego los ciclos de violencia se reprodujeron y posteriormente nacieron las Farc. La historia se repite.
Actualmente, una desbandada de la guerrillerada que se encuentra concentrada en las zonas territoriales, ante la desconfianza y la inseguridad jurídica a la que han sometido a los líderes del nuevo partido de las Farc puede ir eventualmente a nutrir las disidencias, al ELN, al Clan del Golfo, a las Bacrim o a la delincuencia común. Eso es lo que hay que sopesar: una generalización de la violencia en campos y ciudades. Eso es lo que no se dimensiona. El proceso está en peligro.
Hay intereses superiores por preservar que están por encima de las actuaciones e intereses de la DEA. Nosotros los colombianos merecemos vivir en paz, por encima de los vicios y adicciones de sociedades desarrolladas que consumen desmesuradamente las drogas. Seamos dignos, exijamos la soberanía de nuestra justicia colombiana.
Nuestros líderes son rehenes de las decisiones de la gran potencia, a la que no le interesa las consecuencias internas que sus intereses nos producen. No se trata de decir si Jesús Santrich es culpable o no, se trata de no ser lacayos de una sociedad que tiene una demanda y que es respondida desde la debilidad con una oferta. Es la lógica elemental del mercado.
Todo esto no nos puede condenar a una guerra perpetua. Que ellos combatan internamente su demanda o que se legalice la droga, que al final es lo que no haría atractivo este diabólico negocio.
La multiplicación de los Guachos está a la vuelta de la esquina, por la gasolina que prende el conflicto: el narcotráfico y por cuenta de los inconscientes que no dimensionan una eventual ruptura del proceso de paz. No es una amenaza, es una realidad que por estar mirando de manera corta las cosas no se dimensiona en su verdadero tamaño.
Hay sectores muy claramente identificados, interesados en la multiplicación de los Guachos. Ese sería el objetivo a derrotar en estas elecciones: a los que quieren que los Guachos se multipliquen y condenarnos a una eterna guerra. Al fin y al cabo, sus hijos no mueren en la guerra que ellos poco solidariamente agencian.