La profesión de bombero es quizá la que requiere de más vocación y servicio a la comunidad. A pesar de lo heroicas de sus actuaciones, el común de la gente no les suele guardar el mismo cariño que a instituciones como la Policía y no son muchos los jóvenes que sueñan con llegar algún día a ponerse el uniforme, lo cual se refleja en el déficit de personal que vive hoy la organización, que apenas cuenta con 633 bomberos activos, frente a los 8.000 que debería haber según las normas internacionales.
Muchos terminan llegando a los bomberos después de haberlo tenido como una segunda opción, pero todos y cada uno tienen el factor común de que les gusta ayudar. Tal es el caso de Diana Alejandra Chávez Molina, una mujer que, con 36 años, una hija de 12 y toda una vida encima, se acaba de graduar y está empezando a abrirse camino en un oficio en el que los hombres son y siempre han sido mayoría.
Cuando salió del colegio a los 18 años, Diana solo tenía un objetivo en mente, ser Policía, pero la vida le tenía preparados otros caminos. Su amor por el servicio también la llevó a intentar entrar al Inpec para lo cual tampoco tuvo éxito. Casi dos décadas después parecía que su amor por ayudar a la comunidad no se iba a ver reflejado en su trabajo hasta que llegó a su vida un ángel.
¿Cómo logró entrar a los bomberos?
Se casó con Rubén Calderón, bombero de la Estación de Marichuela en la localidad de Usme, quien tan pronto supo de la vocación de su amada movió cielo y tierra para que se vistiera de bombera. Un curso relámpago de tres meses en el que solo había otra mujer además de ella frente a cuarenta hombres fue suficiente y ya está usando el uniforme para rescatar animales y para atender otro tipo de emergencias que solicitan los bogotanos a través de la línea 123.
Hoy, Diana está en sexto semestre de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Minuto de Dios, pero cuando no está aprendiendo a programar, pasa su tiempo en la Estación de Bomberos de Bellavista, donde cubre turnos de doce horas cinco días a la semana, dos de ellos nocturnos, y donde permanece dispuesta a atender cualquier necesidad que se le pueda presentar a la comunidad de la localidad de San Cristóbal. Hasta allá fuimos para conocer su historia.
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