En el mundo contemporáneo la publicidad ocupa un importante lugar, y gracias a su gran fuerza persuasiva ha conseguido moldear nuestras actitudes y comportamientos a su gusto. Por desgracia, esta primera, de la mano de los medios de comunicación, en especial la televisión y la Internet, se aprovecha de ese “poder” que tiene y ha hecho de aquellas mujeres consideradas atractivas, un objeto sexual con la intención de aumentar sus ventas.
Esto se debe a la necesidad que tienen las grandes empresas de hacer difusión de sus productos y la cantidad de competencia con la que tienen que enfrentarse. Esto ocasiona que los publicistas creen nuevas estrategias para llamar la atención del consumidor. La publicidad ha comenzado a hacer uso de imágenes sumamente machistas y sexistas que degradan a la mujer mostrándola como un objeto meramente sexual. En estos avisos publicitarios la mujer se encuentra sin personalidad, sin identidad propia, solo pone su cuerpo y belleza a merced de los hombres.
Podemos afirmar que no existe relación entre las mujeres que la publicidad exhibe y las mujeres reales, ya que ésta solo muestra mujeres que se ajustan al canon de belleza que impera en la sociedad. Sería absurdo pensar que mostrarán a una mujer gorda o adulta en estos comerciales. Tampoco se verá a la mujer que asume sus decisiones, inteligente, capaz de razonar por sí misma, ya que contrastaría con la imagen femenina que vende por excelencia.
De esta manera, esas mujeres que a diario vemos en los comerciales, se convierten en el ideal a alcanzar de muchas de nosotras. Este intento de lograr vernos igual que ellas, trae como consecuencia fenómenos como la adicción a las cirugías plásticas y enfermedades tales como la anorexia y la bulimia.
Al ser la imagen de la mujer un aspecto tan relevante, no sería raro señalar que los valores por los que ella actualmente es digna de admirar son el de la belleza, la juventud y la delgadez. Estos tres últimos se han vuelto indispensables para nosotras a la hora de alcanzar el éxito.
Cabe anotar que lamentablemente nosotras, en el momento en que nos prestamos para ser mostradas como un simple producto, también estamos contribuyendo a que esto se siga dando. Soy consciente que todo esto se debe a que estamos sumergidas en un mundo abrasadoramente machista, pero también sé que en nuestras manos está la posibilidad de tomar una posición crítica frente al asunto y contribuir a que este problema no siga extendiéndose.
Por último la publicidad, al ser un asunto tan significativo en el presente, provoca que estos mensajes sexistas que emite, se vayan quedando en la mente del receptor al mismo tiempo que van creando un concepto negativo de la mujer donde se la ve como un objeto de consumo sexuado. De ahí la importancia de crear una consciencia sobre esta cuestión y luchar por que comencemos a ser consideradas por nuestras esencia y no por cómo lucimos.