Heredera del imperio de cosméticos L'Oréal, fundada por su abuelo, Françoise Bettencourt Meyers, es la mujer más rica del mundo. Su abuelo Eugène Schueller, el fundador, logró un inventó mayor que transformó los hábitos de las mujeres en el mundo: el tinte de pelo. Le dejó su fortuna a Liliane Bettencourt, hija única, y madre de Francoise con quien tuvo una agria disputa al final de sus días por cuenta de una denuncia en cabeza de su propia hija.
Señaló penalmente al fotografo François-Marie Banier por aprocvecharse de la condición de senectud de su madre para arrebatarle la fortuna. Durante dos décadas Liliane Bettencourt, quien conoció a Banier en los años ochenta, le hizo donaciones y regalos que alanzaron los 1.300 millones de euros. Françoise ganó el caso y Banier fue condenado a cuatro años de cárcel, devolver 150 millones de euros a la familia y pagar una multa de 375.000 euros. El escándalo, además mediático, no solo tuvo ribetes telenovelescos sino que salpicó al poderoso expresidente Nicolas Sarkozy quién apareció beneficiado de una financiación ilegal, movida que se conoció por las grabaciones que realizó el mesero que atendía la casa de Liliane y que hizo públicas el portal digital Mediapart.
A la muerte de su madre en septiembre de 2017, Françoise Bettencourt pasó a ser la mayor accionista de L'Oréal con el 33 % de las acciones de la empresa, más un grupo de acciones de la compañía Nestlé que su madre intercambiara en los años setenta. En la actualidad, el grupo L'Oréal, desde donde proviene el 90 % de su riqueza, engloba a marcas como Lancôme, Maybelline, Garnier o Vichy, entre otras, lo que la convierte en la primera empresa de su sector a nivel mundial.
Gracias a ser hijas únicas, las herederas de Eugène Schueller han podido mantener la riqueza unificada durante tres generaciones. Una acumulación que le permitió a Lilian Bettencourt sostenerse en el top de las mujeres más ricas del mundo durante tres décadas compitiendo la primera posición con las herederas Walton, viuda e hija de Sam Walton, fundador de Walmart, hoy su hija ocupa la segunda posición.
Françoise Bettencourt esta casada con Jean-Pierre Meyers, nieto de un destacado rabino que fue asesinado por el régimen de Hitler, y quién es hoy vicepresidente de L'Oréal y de Thétys, el holding que controla las inversiones de la familia. La millonaria francesa, además de convertirse al judaísmo, ha publicado un volumen de cinco tomos reflexionando sobre la importancia de las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo. Un terreno complejo para la familia. Su padre André Bettancourt ministro en varios gobiernos, fue acusado por algunos medios de haber colaborado con los nazis, en el régimen de Vichy, durante la ocupación de Francia en la II Guerra Mundial.
Nada de esto pesa sobre Françoise, quien ha repetido en muchas ocasiones que fue una “niña salvaje y solitaria”, enjaulada por la inmensa fortuna familiar. Estudió en la prestigiosa institución francoamericana, la Escuela Marymount de Neuilly-sur-Seine, un suburbio de franceses adinerados, a donde asistía acompañada por guardaespaldas para evitar situaciones terribles como el secuestro del heredero de la familia Peugeot y de otros que se dieron por la misma época.
Intenta inútilmente llevar una vida en el anonimato en el misma calle de la legendaria residencia de su madre. Aunque protegida de guardaespaldas elegantes y fornidos, a sus 66 años, trota por el Bois de Boulogne camuflada detrás de gafas gruesas y un cabello oscuro suelto, intentando no ser reconocida como la mujer más rica del mundo. Este año, gracias a las ventas récord de L'Oreal en 2018, su riqueza aumentó un 17 %, llegando a los $ 49,300 millones de dólares.
Es miembro del consejo de L'Oréal desde 1997 y la actual presidente del holding familiar, presidenta del consejo de administración de varias sociedades, fondos de inversión y fundaciones filantrópicas propias y heredadas que cubren todas las gamas de artes y ciencias. Ultimamente financia proyectos de investigación en neurociencia y autismo infantil y mantiene sus compromisos con actividades tradicionales que vienen del pasado como la gala de los premios For Women in Science que L'Oréal organiza con la Unesco o la gala en la Ópera Garnier, además de asistir ocasionalmente a desfiles de alta costura, y retrospectivas de artistas. Pero, a diferencia de su madre, no ejerce de dama de alta sociedad y prefiere dedicar su tiempo a estudiar la Biblia, y apoyar el entendimiento entre las religiones