Una de las causas sociales más relevantes y que ha cobrado más fuerza en los últimos tiempos es sin duda alguna el feminismo; un concepto que ha sido satanizado por el actuar de unos pocos y el pensamiento de otros cuantos, pero que abarca un contexto histórico tanto impresionante como imprescindible para el desarrollo de la humanidad.
En una fecha de conmemoración como es el 8 de marzo, es importante recordar las pioneras de este movimiento, desde la demanda de los derechos laborales; aquellas que buscaban justicia, paz y desarrollo para su comunidad; esas que lucharon incansablemente por ser activas políticamente y poder ejercer su derecho al voto; aquellas que lograron un precedente en el ámbito de la salud y la educación; y finalmente, pero no menos importantes, aquellas que no pudieron cambiar el mundo, pero sí pudieron cambiar su mundo y el de las personas que las rodean.
Cómo no recordar con orgullo personajes como Eloísa Díaz, primera mujer médico en la historia de Sudamérica, la cual no es relevante únicamente por el hecho de ser mujer, sino por impulsar el desayuno escolar obligatorio y la vacunación masiva de estudiantes.
El ejemplo infaltable por estas épocas es el de Marie Sklodowska, conocida mayormente por su apellido de casada (Curie); no obstante, este factor no le impidió esforzarse y luchar contra unas costumbres y un sistema para ser la primera ganadora del Nobel de Física; el caso de Tu Youyou, quien estudió las consecuencias de la malaria en las selvas de China y ganó el premio nobel de medicina, quien con sus descubrimientos aún sigue salvando vidas.
El lamentable caso de Emilsen Manyoma, mujer defensora de los derechos humanos, quien finalmente dio su vida luchando por los derechos de la comunidad afro y los indígenas. Estos son algunos ejemplos de mujeres de diferentes ubicaciones geográficas, diferentes creencias religiosas, diferentes épocas y diferentes costumbres, que muestran que la lucha de la mujer va más allá de sus impedimentos o dificultades, sino que trasciende todo límite que puede ser concebido por la humanidad.
Si bien se suele romantizar el concepto de ser mujer con temas como la belleza, la maternidad y algunos sentimientos en particular; no se debe buscar ese beneficio propio producto de las adulaciones que rodean estas temáticas, ya que finalmente lo que generan es un falso empoderamiento de la mujer.
Es importante tener en cuenta estos factores, pero como sociedad es necesario un enfoque global que vaya más allá de las propias particularidades.
Hay que buscar la estandarización de los derechos de la mujer por encima de su ubicación geográfica, religión, cultura; partiendo desde un valor básico que es el respeto.
Sin duda alguna, una de las mejores herramientas para lograr ese objetivo es la educación. Por eso hay que educar a las nuevas generaciones independientemente de su género, para que el respeto sea ese lenguaje universal que permita que esa lucha continúe acompañada de sus contextos y necesidades del presente y que también permita ir más allá de un discurso mercantil que desvirtúa la historia.
No se puede actuar con indiferencia ante sus logros y los cambios positivos, por lo cual es importante reconocer la función de todas y cada una de las mujeres todos los días del año.
No es un tema simple que deba tomarse a la ligera, pero el 8 de marzo es una excelente oportunidad para reflexionar sobre la equidad y la justicia de las que aún están.
