El interés primordial de este texto es manifestar que en la historia del tango además de aparecer en el canto, la mujer también está en el imaginario, en su ausencia, en las orquestas y en la poca o escasa participación en el mundo de las letras y de la composición.
Agrego que también se encuentra en el mundo del baile de pareja mixta —para bailar un tango se necesitan dos— y su historia se ve arropada por el virtuosismo y, por qué no, con mucha luz, pero sobre este asunto escribiré después…
Mi artículo es un poco la réplica a quienes empuñan la pluma o abordan el teclado para escribir con letras grandes “La mujer en el tango” y para ello hacen una lista de cantoras, resaltando los nombres de algunas de ellas y exaltando sus cualidades que en honor a la verdad son muchas.
Este tema tiene una larga fila de lectores y admiradores. Al respecto tengo que decir que ellas dieron contraste a ese mundo masculino y brillaron con su voz en cualquier escenario, bien fuera el cine, en las casas grabadoras, teatros y otros sitios.
Ahora bien, como mi motivación esencial es exponer la doble invisibilización de las mujeres. ¿Qué pasó con esa población femenina descendiente de los pueblos africanos llevada hasta el Río de la Plata obligada y esclavizada? No me dirán que su ausencia en los escenarios del canto acaso pudo ser por su incapacidad para cantar o porque no querían, ya que su protagonismo es notorio en el mundo del jazz con voces inolvidables, solo por nombrar un género musical.
Declaro que en mi investigación sobre la mujer cantante en el tango y concretamente aquella venida desde las poblaciones negras, solo encontré a la uruguaya nacida en Durazno, Lida Melva Benavídez Tabárez (conocida con el nombre artístico, Lágrima Ríos, llamada “La perla negra del tango”).
Ante este solo nombre acudí al investigador Asdrúbal Valencia, autor de 18 tomos de El Universo del tango y su respuesta me hizo saber que coincidíamos en el mismo número, una sola mujer representante de las poblaciones negras.
¡Ah! Y bueno, cualquiera podría hacerse este planteamiento, por ser única ganaría mucho dinero, y aquí va esta triste historia que me cuenta en una nota la escritora del lunfardo, poeta e investigadora argentina Marina Iñiguez:
“Hola Laura: te cuento algo sobre Lágrima que me estrujó el corazón. La última vez que la visité me dijo que tenía muchas ganas de ver a su hermana, que vivía en Buenos Aires, pero que no podía pagar el costo del pasaje ni estaba en condiciones de viajar porque tenía problemas de corazón y su hermana también tenía una mala situación económica. Le dije entonces que iría a ver a su hermana, que trabajaba como cocinera en un restaurante de Buenos Aires y apenas llegara le llevaría el pasaje para que pudiera viajar a verla. Su alegría fue tan grande que tanto su marido como yo tuvimos miedo de que le diera un infarto en ese momento.
El viaje se concretó, pudieron abrazarse nuevamente y me envió con su hermana un CD suyo que conservo como un tesoro. Poco después murió. Te cuento esto porque me resulta inexplicable que artistas de esa magnitud, con tan importantes trayectorias artísticas tengan que vivir con tantas privaciones. Conocí a varios en las mismas condiciones. Es triste. Me queda el consuelo de haber podido darles a ambas la oportunidad y la alegría de pasar juntas una semana, su hermana no podía dejar más tiempo su trabajo. Era una mujer de una dulzura y una sencillez encantadoras. Su marido también. Siempre me había parecido fea en las fotos, pero que hermosa me iba pareciendo a medida que conversaba. En cada visita la veía más linda. La recuerdo con mucho cariño. Un abrazo grande para ti con mi más profunda admiración por todo lo que escribís”.
Después de agradecer de nuevo a la maestra Martina, pienso que, a la luz de una vida de trabajo en el canto, aparece el asombro del lóbrego olvido que va creciendo con el ocaso del artista, en este caso una mujer y representante de las poblaciones negras, ¡qué duro fue el final de su camino!
Con tales antecedentes, es importante anotar que cualquiera puede hablar del tema que lo motive en el tango, no faltaba más, pero es bueno que se esculque un poco la historia para que no muestren a la mujer como la más tenida en cuenta y protagonista en esta formación cultural, llenando titulares. Se podría escribir en cambio, “Las mujeres del canto en el tango” y en fin que no sea un discurso del ocultamiento.
Por otro lado, considero pertinente expresar que no hago estos ejercicios de escritura para incomodar, sino para llevar a una reflexión, porque el patriarcado es un modelo social que reproduce las relaciones de poder de los hombres, es algo estructural, y el racismo, esa forma de discriminación por condiciones étnicas, ambas se conjugan en ocasiones para propiciar el modelo de doble exclusión, mujer y su grupo étnico, y así leemos historias como la referida por Martina Iñiguez.
Una primera conclusión podría ser esta: el colectivo de mujeres, considerado la otra mitad de la población, está abocado al mismo tratamiento en cualquiera de los ámbitos de la sociedad, donde estos hechos pasan a formar parte del orden natural, como también la esfera pública que rara vez le ha pertenecido, en mis escritos me refiero al tango, porque es el campo de mi interés en la investigación.
Y como segunda conclusión, un llamado a reflexionar sobre la historia de la mujer en el tango con una mirada crítica. Ya de salida de esta nota que es también una queja, por aquí les dejo este texto:
“Las personas que de una u otra manera nos encontramos en contacto con el mundo de los privilegios, más de una vez no podemos entender lo que significa estar al margen de la construcción de la Historia y del relato de la formación de una sociedad. Incluso, más de una vez no reconocemos que nuestras acciones o las de nuestros antepasados fueron las responsables de esas barreras excluyentes” (1)
Termino con esta pregunta: ¿Han cambiado las cosas? Y estimo que sí, aunque lentamente.
(1)Frega, Ana. Duffau, Nicolás y otros. Historia de la población africana y afrodescendiente en Uruguay. Facultad de humanidades. Universidad de la República Uruguay.