“La violencia también se alimenta de la ausencia de liderazgo institucional, orfandad pública y privada”
En lo que llevamos del mes de octubre se han presentado más de 40 muertes violentas en Cali, 88 % de estas han ocurrido con armas de fuego, en casi todos los casos se ha matado con armas de fabricación industrial, muchas de ellas automáticas y semiautomáticas, lo que indica la capacidad de fuego y de daño de las bandas criminales. Las muertes corresponden mayoritariamente a hombres jóvenes entre los 16 y 30 años de edad, es tan difícil la situación que la semana pasada tuvimos 8 homicidios en una casa al sur de la ciudad, donde las víctimas fueron amordazadas y todas tenían un tiro de gracia.
En la periferia de la ciudad y cada vez más ampliándose hacia el centro, los comerciantes denuncian bandas armadas que cobran una "cuota" por "protección”, en algunos sectores la realizan a todo el mundo, desde las ventas de arepas hasta los pequeños y medianos supermercados. En el Pacífico y específicamente en Buenaventura, se cobra por el sencillo hecho de vivir.
Recientemente la policía alertó de la guerra que libran distintos "combos" por el control del microtráfico y la cocaína rosada, que a diferencia de otras drogas es importada con un egreso de recursos hacia los productores mexicanos, lo que claramente repercute en la seguridad ciudadana.
Algo queda claro: la inseguridad en nuestra ciudad no es un asunto de percepción, es una situación real y objetiva que pone en riesgo el buen momento que vivimos.
¿Qué hacer? En principio no se debe ni minimizar ni ocultar el problema, tampoco maximizarlo y pensar que no se puede hacer nada; la inseguridad y las violencias en Cali son multicausales y por tanto demandan acciones integrales con intersectorialidad y participación ciudadana.
Sin embargo, hay un tema que a mi parecer es estratégico y fundamental, que se debe intervenir para lograr la ansiada seguridad integral.
El poder de policía es el poder del estado para privar de libertad a quien dañe la vida y la propiedad, es quizás uno de los poderes más importantes de los que puede gozar el aparato estatal y contempla a múltiples instituciones como la Fiscalía, los jueces, la Defensoría del Pueblo, la institución policial, el Inpec, el Congreso, las alcaldías, entre muchos otros. Para decirlo de otra manera, el poder de policía es la acción del estado que impide la impunidad, pero el poder de policía no está funcionando sistemática y adecuadamente, los fiscales se encuentran colapsados, existen situaciones de un solo fiscal para 300 casos, tampoco se dispone de todas las herramientas tecnológicas para investigar con suficiencia a bandas con gran capacidad logística y de daño. En muchas ocasiones bandidos reconocidos quedan en libertad por falta de defensor de oficio, o hechos verdaderamente graves son sancionados con penas ridículas lo que cimienta la desconfianza del ciudadano en la justicia. Por otro lado, el poder de policía en su función de poder privar de libertad a quien daña, también debe garantizar la protección de derechos humanos a quien debe ser disciplinado, circunstancia imposible de cumplir con niveles de hacinamiento de 200 % en las cárceles.
El fortalecimiento del poder de policía y la lucha comprometida de todos contra la impunidad posibilitará la reducción de los homicidios y brindará confianza del ciudadano a las instituciones, a su vez evitará que pequeñas causas no resueltas se conviertan en verdaderas tragedias.
P.D. Me encuentro en la Plenaria del Senado, al señor vicefiscal general de la Nación, le comparto los graves hechos de seguridad en Cali, pero muy poca atención le demanda al tema, seguramente sigue siendo mejor la justicia espectáculo que la acción directa a los crímenes cotidianos a los que está expuesto nuestro querido pueblo.
