El pasado mes los medios de comunicación informaron sobre la muerte cruel de una madre y su hija colombianas, sucedida en el desierto de Arizona, intentando cruzar la frontera de México con Estados Unidos. La caminata por ese desierto puede durar más de tres días hasta llegar a la carretera a Tucson. Claudia Marcela Peña y sus dos pequeños hijos, de 10 y 3 años de edad (este último sobrevivió milagrosamente), quienes fueron abandonados por un coyote en las inclemencias del desierto de Arizona, son el ejemplo de un ejército de personas desesperadas por la crisis económica, social y política que deja el modelo neoliberal en los países de América.
Los migrantes salen de sus casas arriesgando sus vidas, pensando en el “sueño americano”. The San Diego Union Tribune, del 26 de julio de 2021, informaba que “se desbordan en 2021 las muertes de indocumentados en la frontera con México... Recibimos una llamada sobre otro cuerpo descubierto, el número 59 desde enero, dijo Benny Martínez, alguacil del condado fronterizo de Brooks, Texas... De acuerdo con Fronteras Compasivas, entre enero y junio de 2021 se han registrado 127 fallecimientos en la frontera de Arizona. Se teme que se superen las 227 muertes de migrantes del año pasado, la más alta en una década... La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza reporta 203 muertes de migrantes en este año en esa frontera... Y reveló 250 fallecimientos de migrantes en la frontera con México en el año fiscal 2020... Y en este año fiscal han sido arrestados más de un millón de migrantes...”.
Así es el sufrimiento para cruzar la frontera en busca de la conquista de ese “sueño americano”; pero de lograr cruzar, tienen que vencer difíciles condiciones para vivir y trabajar, amén de las políticas antimigración de ese país, convertidas en propaganda de las campañas políticas. Según Wikipedia, en el cuadro 'Países con población colombiana significativa', hay 7.905.146 connacionales en el mundo, de los cuales 1.246.000 están documentados en EE. UU. Se calcula que más del 80 % de esa población migró del país por falta de oportunidades educativas y económicas.
Ese ejército de colombianos migrantes le aporta al país, según el Banco de la República, “durante el 2020, el año con la contracción más fuerte en la historia reciente, 6.902 millones de dólares, 2,5 % por encima de 2019, cuando el monto que ingresó fueron 6.733 millones de dólares... Al primer semestre de este año cerró en 3.986 millones de dólares, el 58 % del monto total de lo que llegó en 2020”. Lo más importante es lo que significan estos esfuerzos, penurias y el trabajo de los compatriotas en el exterior; pues además, si vivieran en Colombia, causarían un altísimo impacto en la tasa de desempleo, ya de por sí exorbitante.
Las remesas comprenden las transferencias corrientes de los emigrantes a su país, ya sean en dinero y/o en especie y forman parte de las transferencias corrientes registradas en la Balanza de Pagos de Colombia. Están calculadas en cerca del 17 % de las exportaciones colombianas y superan las ventas al exterior de oro, café, flores, banano, aceite de palma, azúcar y productos químicos, en su conjunto (Portafolio). O sea, solo son superadas por la venta de petróleo y sus derivados. ¡Los colombianos, con sus penurias, ayudan a un país destruido por los políticos neoliberales!