Tener una marca ya posesionada en el mercado y cambiarle el nombre, más cuando son 2.740 millones de usuarios (a enero de 2021) en el mundo entero que la reconocen a kilómetros de distancia, puede sonar bastante arriesgado y causar molestias en el público, más si a eso le sumamos el lastre negativo con el cual muchos han preferido cerrar sus cuentas por seguridad, es aún más delicado.
Y para este caso, hablamos de la estrategia generada por Facebook, en cabeza de Mark Zuckerberg, el empresario, quien al ver la cantidad de desatinos y quejas continuas de los usuarios, y la baja millonaria de sus acciones en el mercado, ha decidido cambiar su nombre. Ahora se llamará Meta, que está dividido en dos partes: las apps más utilizadas en el mundo, como WhatsApp, Instagram y Facebook, y El Metaverso, un megaproyecto a futuro, lleno de avatars, que tendrá que crear cada usuario para comunicarse de manera más sencilla, tomar fotos, escuchar música, ver videos, proyección de imágenes tipo holograma, para interactuar en el mundo real, además de un brazalete que se tendrá que utilizar para hacer más fácil la forma de responder, escribir o enviar mensajes, facilitando el trabajo, las compras en línea, asistir a eventos o lugares públicos sin necesidad de trasladarse físicamente, y que estará completado en diez años, según sus propias proyecciones.
Entre otras cosas, Zuckerberg aclara que, ante todo, se trabaja en la seguridad para proteger los datos de los usuarios, que ha sido su verdadero talón de Aquiles y, en el fondo, la razón para el cambio de nombre o rebranding, como se conoce en el mundo de las comunicaciones, lo cual ha sido la estrategia de algunas marcas cuando ven que el nombre y la reputación de su marca está muriendo, o realmente sus clientes están inconformes o no responden a las expectativas del objetivo inicial.
Para muchos, el relanzamiento de marca es utilizado en marketing abiertamente, cambiando algunas características del producto, imagen, mensaje, servicio o redireccionando al nuevo público objetivo, haciendo que poco a poco sus usuarios tradicionales se olviden de los comentarios negativos y se vuelvan a conectar de manera orgánica con el producto o servicio, y así mismo darle impulso a la marca.
Pareciera que las quejas constantemente elevadas a Facebook, con impacto claramente económico para su propietario, y la mala reputación que está al orden del día traen como consecuencia que Zuckerberg, asesorado de los mejores en mercadeo y comunicaciones, utilice ciertas técnicas de adaptación para que se logre el impacto que el público quiere, en renovación o estructura de comunicación entre sus usuarios.
El gran reto a la hora de poner en la balanza la megainversión económica versus los resultados de impacto, y el cambio de estrategia, es que salga favorecedor no solo para los cerebros que manejan el mundo de las apps, sino para los millones de usuarios adictos a estar conectados y que han presionado ya que se han sentido vulnerados en la seguridad de su información confidencial. La idea es que vuelva la confianza a reinar en el mundo digital.
